Por Paul Rosenberg
A fines de 2017, mientras conversaba con otro defensor de las criptomonedas, estas palabras escaparon de mis labios: «Odio decirlo, pero tal vez necesitemos un desplome de precios». Al decirlas, tuve un mal presentimiento: «Ten cuidado con lo que deseas…»
Los precios finalmente se desplomaron. Pero a pesar de todo el dolor que ha causado la caída, esta fue probablemente necesaria. ¿Por qué? Porque ahuyentó a los estafadores y a las personas que solo buscaban riqueza instantánea. «Bitcoin te conseguirá un Lambo» era una idea bastante pueril, al fin y al cabo. Ciertamente no era una idea sobre la cual valiera la pena construir algo.
Así pues, ya sea que lo hayamos disfrutado o no, el fuego se ha propagado, el bosque se ha limpiado bastante y los que aun permanecen pueden dedicarse a construir, ahora sí, sin ridículas distracciones.
Hace unos días volví a calcular la relación entre la capitalización de mercado de la moneda fiat en todo el mundo, unos 200 billones (millones de millones) de dólares, y la de todas las criptomonedas, unos 100 mil millones de dólares. Las criptomonedas valen hoy un 0.05% de lo que valen las monedas emitidas por los gobiernos… lo que significa que estas valen 2000 veces más que aquellas. Y saber esto hace que la elección frente a nosotros sea simple y clara:
Si crees que las criptomonedas no valen más que una dosmilava parte de lo que valen las monedas fiat, véndelas ya mismo y vuelve a tu vida antes de Bitcoin.
Si crees que las criptomonedas valen más que una dosmilava parte de lo que valen las monedas fiat, vuelve a poner manos a la obra.
Tenemos toda una criptoeconomía que construir, y algunos de los peores obstáculos acaban de ser eliminados.