¿Cuál de estos eventos encenderá la mecha de Bitcoin?: ¿un cliente Bitcoin más amigable para el usuario?; ¿una nueva aplicación para el iPhone?; ¿una repentina inyección de capital?; ¿las palabras hostiles de un político?; ¿la referencia de un blogger prominente? …
No lo sabemos, pero la expansión viral de Bitcoin puede ocurrir en cualquier momento. Como ilustran los ejemplos de BitTorrent y Skype – entre muchos otros protocolos de redes peer to peer – las buenas ideas, en Internet, se transmiten vertiginosamente.
Cabe entonces imaginar un futuro en el cual millones de personas utilizan Bitcoin regularmente. Aún bajo presión gubernamental, Bitcoin podría evolucionar como una suerte de sociedad paralela, cohesionada por un sinfín de acuerdos plenamente voluntarios. Los usuarios de Bitcoin podrían contactarse para negociar al margen de regulaciones absurdas; para armar y financiar emprendimientos difíciles de gravar; para solicitar y ofrecer alojamiento en todas partes del mundo; para ayudar a las víctimas de regímenes opresivos; etc. etc.
Bitcoin no es una compañía – como algunos distraídos han supuesto. Tampoco es “simplemente una herramienta”. Bitcoin es, en todo caso, un marco para el desarrollo de herramientas. Por su capacidad para absorber constantemente innovaciones sin abandonar su esencia, Bitcoin se parece más bien a Internet – se confunde con Internet… y vivirá tanto como Internet.