La innovación no ha muerto

Fuente: Time.com

El aeroplano de Wilbur y Orville Wright voló por primera vez en diciembre de 1903. Fue una de las innovaciones más importantes en la historia de la humanidad. Para celebrar este logro, sin embargo, todo lo que la prensa ofreció en su momento fue un bostezo y un encogimiento de hombros.

wright-brothers-flightSólo unos pocos periódicos informaron acerca del primer vuelo de los hermanos Wright en Kitty Hawk, N.C. Todos ellos lo hicieron de manera cruel o bien burlona. Vuelos posteriores en Dayton, Ohio, el hogar de los hermanos, también atrajeron poca atención.

David McCullough explica en su libro «Los hermanos Wright»:

    «¿Has oído lo que están haciendo ahí fuera?», la gente de la ciudad decía. «Oh, sí,» era la respuesta habitual, e inmediatamente se cambiaba de tema. Pocos tuvieron algún  interés en el asunto o en los dos hermanos, quienes se convertirían en los mayores héroes de Dayton.

    Una excepción fue Luther Beard, jefe de redacción del Periódico de Dayton …

    «Yo solía hablar con ellos de una manera amable y cortés», recuerda Beard, “porque en cierto modo sentía lástima por ellos. Parecían jóvenes bien intencionados y bastante decentes. Sin embargo, allí estaban, descuidando su negocio y perdiendo el tiempo día tras día en esa ridícula máquina voladora».

No fue sino hasta 1908 –cinco años después del primer vuelo y dos años después de que los hermanos patentaran su máquina voladora– que la prensa empezó a prestar atención y el mundo se dio cuenta de lo increíble del invento de los Wright. Recién durante la Segunda Guerra Mundial, tres décadas más tarde, la importancia crucial del aeroplano se hizo evidente.

supermarine-spitfireEs una buena lección para recordar hoy, que son tan comunes titulares como estos:

    «La innovación está entre una situación desesperante y la muerte.»

    «La innovación ha muerto.»

    «Nos prometieron coches voladores. En lugar de eso nos dieron 140 caracteres.”

El problema, se supone, es que la innovación está en franco declive, y lo que queda de ella no vale la pena.

¿Cáncer? No hay cura. ¿Biocombustibles? Un nicho caro. ¿Smartphones? Son sólo pequeñas computadoras. ¿Tablets? Son sólo smartphones grandes.

Creo que los pesimistas se equivocan. Puede que tome 20 años, pero nos vamos a sorprender mirando hacia atrás de cuán innovadores somos hoy.

Las innovaciones más importantes son obvias solamente en retrospectiva. El automóvil, la penicilina, las laptops, el láser, internet… hay una larga historia de tecnologías que han cambiado el mundo pero que fueron descartadas como juguetes irrelevantes incluso muchos años después de haber sido desarrolladas.

Es rara la innovación cuyo potencial es inmediatamente reconocido. Algunos de los inventos más importantes permanecieron desconocidos para el común de la gente durante décadas.

Este es el camino típico que transita la gente al cruzarse con invenciones que cambiarán sus vidas:

  1. Nunca antes lo había escuchado.
  2. He oído hablar de eso, pero no lo entiendo.
  3. Lo entiendo, pero no veo su utilidad.
  4. Veo cómo podría ser divertido para la gente rica, pero no para mí.
  5. Lo uso, pero es sólo un juguete.
  6. Se está volviendo cada vez más útil para mí.
  7. Lo uso todo el tiempo.
  8. No me podría imaginar la vida sin esto.
  9. ¿En serio? ¿La gente vivía sin esto?

Este proceso puede llevar años o décadas. Siempre parece que no hemos innovado en 10 ó 20 años, porque hacen falta 10 ó 20 años para que el común de la gente note la innovación.

Parte del problema es que no buscamos la innovación en el lugar correcto.

Las grandes compañías aprovechan al máximo la atención mediática, pero la innovación no suele provenir de las grandes compañías. La innovación suele provenir de chicos de 19 años que juegan en el sótano de sus padres. Si miramos a las grandes corporaciones y nos preguntamos: «¿Qué han hecho por el mundo últimamente?», estaremos mirando en el lugar equivocado. Por supuesto que ellas no han hecho demasiado por el mundo últimamente; su misión principal es mantener a los consultores empleados y a los inversores contentos, de ser necesario mediante la recompra de acciones.

En algún lugar, en este preciso momento, alguien está inventando o descubriendo algo que cambiará nuestro futuro completamente. Pero es probable que no lo sepamos hasta dentro de unos años. Así es como funciona. Bien lo saben Wilbur y Orville.

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