Entre los distintos aspectos de la descentralización de Bitcoin, el más importante es, irónicamente, el que menos preocupa a los «descentralizadores»: la descentralización del desarrollo. Puede resultar contraintuitivo que las medidas alentadas por los que se presentan como «descentralizadores» aumenten, en lugar de reducir, la centralización, pero eso es exactamente lo que cabe esperar de cualquier interferencia en un libre mercado: efectos opuestos a los supuestamente buscados. Ya hemos visto cómo los bloques artificialmente restringidos impiden una mayor descentralización de los nodos; hoy, de la mano de ForkiusMaximus, veremos cómo además impiden una mayor descentralización del poder de cómputo destinado a la minería.
Aumentar o disminuir la ventaja relativa de contar con buena conectividad o energía barata para minar bitcoins determina en gran medida quiénes son los ganadores y quiénes los perdedores. Si la balanza se inclina hacia la conectividad como factor relevante, resultan favorecidos los mineros en ciertas zonas geográficas; si la balanza se inclina hacia el costo de la energía como factor relevante, resultan favorecidos los mineros en otras áreas geográficas (como China).
Por tanto, lo que importa no es la medida en que un minero bien conectado aventaja, en este aspecto, a uno que no lo está, ni la medida en que un minero con acceso a energía barata aventaja, en este otro aspecto, a uno que no lo tiene. Lo que importa es la diferencia relativa entre esas dos ventajas. Lo ideal es que haya un equilibrio.
Por ejemplo, supongamos que –con bloques de 1MB– un minero con una conectividad una desviación estándar mejor que la competencia tiene una rentabilidad un 10% más alta, y un minero con acceso a energía una desviación estándar más barata que la competencia tiene una rentabilidad un 20% más alta, y que estas cifras pasan a ser 40% y 60% con bloques de 10MB. En ese caso habría que concluir que, con bloques grandes, la ventaja relativa es menor, no mayor, con lo cual se estaría reduciendo, en lugar de aumentando, la disparidad ya existente, y por lo tanto se estaría mejorando la descentralización mediante la dispersión geográfica del poder de cómputo.
La situación podría ser el revés, pero la verdad es que no sabemos. Para averiguarlo tenemos que medir los efectos relativos. No podemos partir de la suposición de que los bloques pequeños implican un mejor equilibrio relativo de estos dos factores, cuando exactamente lo contrario podría ser cierto. De hecho, es muy probable que los bloques pequeños estén detrás de la centralización de la minería en China.
Lo que está ocurriendo en China sugiere que la conectividad ya tiene un peso muy bajo en relación al costo de la energía –es decir, un minero chino puede tomar el «camino del poder de cómputo hacia el monopolio» con muy poca competencia por parte de mineros en lugares con buena conectividad–. Los mineros chinos ya nos han dicho que no quieren bloques de más de 8 MB debido a las restricciones que impone la «gran muralla digital«, lo que significa que ellos piensan que perderían dinero.
Suponiendo que han dicho eso después de estudiar los números de sus propios negocios, lo cual es probable, esto es evidencia de que la existencia de bloques más grandes, al moderar el peso relativo de la ventaja que tiene China (el acceso a energía y mano de obra barata) sobre otros países que ofrecen mejor conectividad, tendría un efecto fuertemente descentralizador de la minería.