Fuente: Free-Man’s Perspective Por Paul Rosenberg
Otro ciclo electoral estadounidense está ante nosotros, y grandes cantidades de personas se están preparando para verter su tiempo y dinero en la red de alcantarillado de la política.
Este sistema no tiene arreglo. Punto. Esto es Roma en el año 460. Los gobernantes, como en Roma, son mentirosos, locos o borrachos… o todo eso junto.
La «caída de Roma», por supuesto, fue un proceso mucho más complejo de lo que aprendimos en la escuela, pero a través de todos los años de su declive no faltó gente bien intencionada tratando de reformarla y salvarla. Y, por cierto, quizás los que más se esforzaron por mantener el sistema a flote fueron los godos. Lo intentaron… y también fracasaron.
Quiero ser claro en esto: una vez que las jerarquías dominantes llegan más allá de cierto punto, no pueden ser reformadas. Y estoy seguro de que el Occidente moderno está más allá de ese punto.
¿Realmente creemos que los banqueros centrales van a renunciar a sus monopolios?
¿Es razonable esperar que una deuda de cien billones de dólares se extinga sin consecuencias?
¿Realmente creemos que los políticos van a alejarse del poder y pedirnos disculpas por haber abusado de nosotros?
¿Realmente creemos que las corporaciones que poseen el Congreso van a abandonar el juego que les enriquece?
¿Alguien cree seriamente que la NSA va a decir: «Vaya, esa Cuarta Enmienda en realidad es bastante clara, y todo lo que hacemos la vulnera… así que todo el mundo aquí está despedido; que la última persona en salir por favor apague las luces»?
¿Y alguien cree que el complejo militar-industrial dejará de fomentar la guerra, o que los medios corporativos dejarán de glorificar al estado, o que el sheriff local se disculpará por haber entrenado a sus policías para ser bestias feroces?
¿Realmente creemos que las escuelas públicas dejarán de alabar al estado que paga todas sus cuentas?
Podría seguir, pero creo que se entiende a lo que apunto: este sistema nunca se dejará reformar en serio. Tratar de arreglarlo es como tratar de revivir un cadáver descompuesto.
Los sistemas que gobiernan Occidente fallarán.
(Si la civilización occidental en sentido amplio sobrevivirá o no es otra cuestión, y depende de nosotros: ¿Llevamos la civilización en nuestro interior? ¿O es sólo un patrón más que hemos seguido?)
Aún si este sistema no colapsa en este siglo, todo lo que se haga dentro de él seguirá siendo un desperdicio.
Las personas decentes de la Tierra merecen algo mejor –mucho mejor– que esta barbarie.
Con estas ideas en mente, no hace mucho tiempo escribí a un amigo lo siguiente:
La corrupción es total, de arriba a abajo, y no creo en la existencia de unos «chicos buenos» que están allí dentro esperando «el momento adecuado». Se acabó.
Me retiro. Renuncio. Me niego a desperdiciar mi energía en su política. La humanidad se merece algo mejor y yo me propongo hacer lo que esté en mis manos para ayudar a construir esa alternativa.
No voy a derramar ninguna lágrima cuando este sistema finalmente colapse –será una liberación–.
A partir de ahora voy a dedicarme a construir cosas nuevas.
Mi amigo –un buen hombre– estuvo de acuerdo.
Las personas buenas y productivas de este mundo se merecen algo mejor que esos matones que tratan de controlar todos sus movimientos, y son más que capaces de construirlo. Pero tenemos que dejar de esperar el permiso de los señores del status quo –ellos nunca nos darán permiso para eludir su dominio–.
Tenemos que tomar nuestras propias decisiones y simplemente empezar a construir algo mejor. Podemos hacerlo, y este sistema no es digno de nuestros esfuerzos.
Este podría ser un buen momento para empezar.