¡Es el efecto de red, estúpido!

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*Aclaración: el título de esta entrada hace referencia a la frase del estratega de la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992, James Carville, luego popularizada como «¡Es la economía, estúpido!«.



Andreas Antonopoulos
tiene razón: el dinero es “tan solo” la primera aplicación de Bitcoin; el protocolo de Bitcoin permite mucho –pero mucho– más que eso. Saber que contamos con una herramienta de tal potencia nos produce vértigo, y como embriagados por el olor a revolución monetaria tratamos de imaginar lo inimaginable –de poner en palabras lo que aún se niega a ser encasillado–, mientras las posibilidades se multiplican hasta el infinito en nuestras mentes…

Perdemos la paciencia; queremos correr hacia ese destino de libertad que ya es palpable; queremos habitar esa tierra prometida de valor que fluye traspasando muros, libres al fin de abusos, de fricción, de intermediarios inútiles… Tanto lo queremos que, con tal de aligerar la carga, a menudo nos deshacemos de aquellos principios que no se ven alterados por la tecnología.

Grave error, pues la verdad nunca debería pesarnos.

No importa qué instrumento utilicemos para que nos guíe hacia nuestro destino; si es incapaz de identificar los puntos cardinales, nunca llegaremos. De igual modo, no importa qué instrumento utilicemos para facilitar los intercambios; si carece de las propiedades que hacen a la buena moneda, fracasaremos.

¿Cuántos años habrán pasado desde que alguien descubriera las exquisitas cualidades monetarias del oro hasta su amplia utilización en el comercio? Durante todos esos años, las propiedades físicas del oro no cambiaron –“ampliamente aceptado” no es una cualidad intrínseca del metal–; sin embargo, la humanidad cambió para siempre, dejando atrás la infancia de un comercio restringido a lo local.

Internet acelera los tiempos, pero no cambia el hecho de que una moneda tiene que ser ampliamente aceptada para ser útil (si Bitcoin fracasa como moneda, ninguna otra aplicación podrá construirse sobre la base de su protocolo).

Aquí ya no interesan tanto las propiedades físicas y químicas de un metal o el diseño de una criptomoneda como la dinámica del efecto de red.

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Imagen: The Neural Network por rajasegar