La implementación del protocolo Bitcoin resuelve el siguiente problema: «cómo aprovechar todas las cualidades de la mejor moneda concebible… sin la necesidad de confiar en nadie». Increíble, ¿no?
En los sistemas monetarios vigentes, basados en dinero de curso forzoso, los usuarios no tienen más remedio que «confiar» en la buena voluntad de toda clase de personas – funcionarios públicos, banqueros, personal administrativo, etc. Los usuarios de este tipo de dinero son auténticos rehenes, y por tal motivo su confianza es y será, inexorablemente, víctima de abusos.
Con Bitcoin, en cambio, ninguna persona está en condiciones de manipular el sistema con el fin de abusar del prójimo: nadie puede imprimir más dinero; nadie puede volver a utilizar ni falsificar las monedas; y nadie puede disponer de las monedas de otra persona sin tener acceso directo a sus claves privadas.
Cuando alguien intenta infringir las «reglas» de Bitcoin modificando su protocolo, genera en el acto un sistema paralelo, totalmente distinto e incompatible (cuyas «monedas» no serán reconocidas por los usuarios de Bitcoin).
De modo que Bitcoin seguirá funcionando mientras haya usuarios que respeten las reglas inscritas en su protocolo – y los incentivos para hacerlo son cada vez más poderosos.*
*Aclaración: uno adhiere a las reglas del protocolo Bitcoin simplemente ejecutando el software de Bitcoin.