Carta a Grecia II – “Da, Da, Da” Democristiano
“El odio es un asunto del corazón, el desprecio de la cabeza.”
Arthur Schopenhauer
Queridos hijos e hijas.
He recibido noticia, por el abogado calvo con moto y bufanda que sirve a vuestro padre, de que finalmente se os ha forzado a ir ante el juez a pronunciaros, como elemento contingente de la disputa entre vuestro padre y yo.
Me comunican que no todos vosotros os habéis pronunciado, que muchos no habéis querido formar parte del juego o no teníais fuerzas para ello. Y de la mitad larga que sí lo ha hecho, la mayoría de vosotros, hijos e hijas, habéis optado por la adscripción a la tutela paterna. ¿Y para qué voy a mentiros? Os entiendo, porque yo una vez también le elegí a él.
Aunque sé que vuestro padre os contaba que me conoció en un rodaje de cine, en el que me vio e invitándome a salir con él accedí, la realidad es que no es del todo cierto. O sí. Vuestro padre era un pobre taxista subempleado a las afueras de los estudios donde estaba grabando una película, y un día que llovía y no venía mi chófer (y amante) a recogerme pues accedí a que me llevase a casa. Lo cierto es que con vuestro padre es relativamente sencillo perder el control: tiene un piquito de oro. Y también que el hecho de que mi chófer no supiera dónde me encontraba me permitió correrme una aventura que me apetecía con un completo desconocido. Maldita la hora en que se me ocurrió reírme del payaso de vuestro padre bebiendo con mi zapato champán en mi hotel. Supongo que hay cierta justicia poética en que le haya tenido que aguantar estos años, pero éramos jóvenes y las hormonas mandan, así que al final acabé cargando con ese hombre que tenía que ser un tigre en la cama, y lo era pero en la cama de otras. En casa no era más que el cerdo en el sofá que siempre visteis.
Seguramente recordáis cuando os explicamos lo de que vinisteis al mundo con una semillita que puso papá en mamá. No os explicamos que había pillado a vuestro padre poniéndole semillitas en el culo a mi mejor amiga y que, mientras lo hacía, estuvo falseando nuestras cuentas para que no se notase el despilfarro que se pegó con su zorrita, de isla en isla, mientras nos hacía creer que era comercial para una nueva casa de motos.
Yo también creí muchas veces en vuestro padre. Demasiadas. Y todavía no tengo la certeza de que en el futuro vaya a verme libre de él. Pero tenéis que entender que cada uno somos responsables de nuestras decisiones, y que habéis decidido –de una u otra forma– darle la tutela de vuestra vida a él.
No creáis que me mueve el rencor, no es cierto. Tengo suficientes hijos como para que el ocuparme de todos ellos no deje lugar a esas emociones, pero tenéis que entender que tampoco os podré prestar más tiempo que a los demás que, aunque con otros padres, viven aún conmigo: no sería justo que vosotros tuvierais un trato preferente, en especial tras haberme liberado de nuestro vínculo legal (que incluye por ejemplo el socorro mutuo entre familiares).
He hablado esta tarde con vuestros tíos, con Mariano y con Mario, para ver si podíamos ayudaros un poco a pesar de vuestra legal decisión, y me temo que la cosa está complicada. Mariano dice que tiene un marrón enorme en su casa con un inquilino con coleta y otro con pinta de maniquí naranja, y Mario…. bueno, ya sabéis como es tío Mario que cada día dice una cosa y no entiende de emociones porque, como él no tiene hijos, no comprende el vínculo que nos une.
Me han dicho que de momento, al único que seguís pagando las facturas, es al de la farmacia. Desde luego que la salud es lo primero, pero vuestro padre necesita equilibrar sus cuentas y gastar menos en sus amigotes del bar de abajo, a los que bien invita gratis hasta quedarse sin dinero, todo para ser el más popular del barrio, o para creérselo en sus onanismos etílicos. Tras este verano es posible que no podáis volver a vuestra escuela (es de pago) y que tengáis que ser educados en una “más cerca de casa y sin uniformes”. Eso no implica que la educación sea peor, sino que tenéis que esforzaros mucho más. También es posible que durante unos días, hasta que papá consiga ingresar un cheque, no tengáis ni para un helado con el calor horrible que hace. Y seguramente alguno tendréis que dejar de estudiar para echar una mano en casa, porque ahora, para bien o para mal, estáis solos con vuestro padre y él no es capaz de poner una lavadora, aunque también le pillé dejando sus semillitas en aquella ayudante pelirroja que tuvo, y estaban encima de ella: arreglándola, me dijo con el destornillador en la mano.
Es posible que durante un tiempo tengáis que madurar muy rápido y haceros adultos de golpe; la circunstancias así lo exigen. Comer, tener internet, ir al cine, ver a un médico y otros caprichos ahora costarán 10 veces más, porque vuestro padre ya no tiene con qué manteneros y no estoy en condiciones de seguir sosteniendo su indigencia humana. No os preocupéis, hijos e hijas, porque nunca os abandonaré. Aunque no me sintáis ya cerca (recordad que estaré cuidando a otros hijos, que también lo necesitan) si alguna vez necesitáis un rescate, podéis contar conmigo.
Sé que puede sonar duro, y que tal vez muráis algunos en el proceso, pero al final todo ello será para mejora del conjunto y de quienes sobrevivan.
Selección natural contra la que nada podemos hacer.
De momento os aconsejo que exploréis las opciones legales de emancipación de vuestro padre tan pronto como os sea posible: entiendo que podéis tener mal recuerdo de una madre dura como yo, pero no que eso os tenga que someter a un padre fracasado y débil, de por vida. Como comprenderéis, un hembra alfa no se deja someter por un macho beta. Otra vez, selección natural, queridos hijos e hijas.
Siento que no hayáis pedido a ese juez que os enviase al cuidado sincero y cariñoso de vuestra madre, pero me veo atada de manos para poder intervenir con ese tipo de pronunciamiento legal.
Sin embargo, os quiero.
Aunque seáis el hijo díscolo que toda gran familia tiene, no dejáis de ser carne de mi carne. No como el castrato de vuestro padre, que a ese –literalmente– me lo encontré en la calle.
Vuestra madre, Angela.
PS: Siento lo que le ha hecho a vuestras huchas, pero es dinero que ha cogido él aunque diga que es para protegeros de mí. No está bien pagarse su falsa vida con el dinero que os roba.
Imagen por s3aphotography