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El sistema monetario actual se nos impone con un único propósito: quitarnos parte del fruto de nuestro trabajo (dejándonos conservar lo necesario para que sigamos produciendo). Esperar que nuestros amos se den cuenta de lo injusto que es el régimen que ellos gobiernan y, en un rapto de compasión, decidan liberarnos, es tan razonable como esperar que un granjero libere a su ganado.
¿Es usted partidario de las reformas?: sepa usted que este sistema sólo se reforma para exprimirlo mejor.
¿Quiere pruebas de que usted es un esclavo?: ¡mire sus cadenas! Hace falta violencia (dinero de curso forzoso, impuestos) para hacer funcionar a un sistema injusto.
¿Pretende respeto como individuo productivo?: ¡deje de reclamárselo a quien sostiene el látigo!
Si estamos encadenados es precisamente porque nuestros amos (y el creciente número de parásitos que de ellos dependen) saben que no hay otra forma de mantener sus privilegios. En ausencia de una población productiva esclavizada, enfrentarían un terrible dilema: ganarse la vida honestamente (¡Dios no lo permita!)… o mendigar para sobrevivir. Para ellos, mantener el statu quo es literalmente una cuestión de vida o muerte, pues no hay parásito sin huésped. No es de extrañar, entonces, que sea tan elevado el costo de romper las cadenas que nos sujetan… Pero eso está a punto de cambiar.
Para la población productiva, el costo de la liberación disminuye a medida que Bitcoin se expande. De modo que si usted rechaza la inmoralidad – tanto como la idea de esconderse en el bosque para evitarla – tiene ahora la oportunidad de ayudar a construir un mundo diferente.
Utilice hoy el medio de intercambio del mañana: su bolsillo y su conciencia – y las futuras generaciones – se lo agradecerán.
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