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El genio de Satoshi Nakamoto no reside únicamente en su originalidad, sino en haberse fijado en cómo funciona el mercado, y qué roles cumple en él la moneda, antes de crear un medio más eficaz y eficiente para cumplir con esas mismas funciones.
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Satoshi no reinventó la moneda; lo que hizo fue entenderla, y luego mejorarla. La moneda es un instrumento con funciones muy específicas: facilitar el intercambio indirecto y la preservación del valor, además de servir como unidad de cuenta. Pedirle a la moneda que sea cualquier otra cosa es como pedirle a las manos que sirvan para caminar. Y ya lo dijo G. K. Chesterton: “Si camináramos sistemáticamente con las manos, éstas serían pies.”
Como la creación de monedas digitales está hoy en día al alcance de cualquier programador, hay quienes piensan que pueden reformar la institución moneda para que cumpla con otros objetivos – los suyos, presuntamente muy nobles.
Algunos “innovadores” en el campo de la moneda nos piden que confiemos ciegamente en ellos (tal como hacen los gobiernos, aunque sin las armas para someternos a sus reglas). Otros nos proponen que dejemos constancia, en una serie de formularios, de qué es lo que más valoramos, y en quién confiamos, y cuánto nos agrada tal o cual persona – y por qué motivos –, etc. etc. Según estos últimos, no basta con haber aprendido a sumar y a restar para tener participación legítima en la institución moneda, sino que es necesario contar con una buena reputación en ciertas redes sociales. Por supuesto, jamás han estudiado qué es la moneda, pero eso no les impide lanzarse a reformarla. Que quede claro: no es que no saben exactamente cómo funciona la moneda… ¡no saben lo que es!
Si un mecánico dice que es capáz de arreglar tu coche, aunque admite que no sabe cómo funciona, y afirma desconocer por completo el concepto de motor… ¿lo dejarías poner manos a la obra? Pues éste “mecánico” sería tan confiable como aquellos programadores que se lanzan a inventar (o a criticar) monedas digitales a pesar de que ignoran las nociones más elementales de la ciencia económica.
A diferencia de las monedas cuyos atributos debemos al azar (como el oro), de las monedas digitales centralizadas (como los facebook credits) y del dinero de curso forzoso (como el dólar), Bitcoin es el fruto de un diseño a la vez consciente, disruptivo y apoyado en teorías válidas. ¿Acaso no es esa la fórmula de toda gran creación?
Ver «Por qué la moneda del futuro no surgirá de las redes sociales»
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