Ya tenemos criptomonedas basadas en prueba de participación, prueba de importancia, prueba de almacenamiento, prueba de actividad, prueba de capacidad, prueba de esto, de aquello, de lo otro y lo de más allá… ¿Por qué, entonces, molestarse con un mecanismo tan costoso como la prueba de trabajo?
A la luz de recientes eventos que pusieron de manifiesto la debilidad de otros mecanismos de consenso, vuelve a brillar el genio de Satoshi Nakamoto…