¿To trade or not to trade? Cuando uno pasa suficiente tiempo en el universo Bitcoin, tarde o temprano se llega a enfrentar a este dilema. El trading, la actividad de comprar y vender una moneda a cambio de otra, es uno de los grandes condicionantes del valor de las distintas criptos en un momento dado.
Mi primer contacto con el trading –con control directo e inmediato de mis monedas frente a otras varias– fue hace pocos meses. Por suerte, y digo suerte porque eso fue en gran medida, sucedió justo antes de la burbuja que vivimos en la primavera. En previsión del fork de Bitcoin, y preocupado por ese dinero –que iba ganando en valor con el tiempo, hasta ser una variable imposible de ignorar– quise proteger lo que hasta ese momento había guardado en Bitcoin, y busqué otras posibles monedas como refugio ante una situación que –esperaba– podía volverse caótica. Suerte fue que, si bien mi predicción de fork iba muy anticipada, el conjunto de decisiones lo tomase en esos días: mutipliqué varias veces aquello que coloqué en otras monedas, porque tuve la suerte de pillar ese momento.
Los planteamientos generales de mi decisión eran “buenos”, porque derivaban de un análisis de largos plazos que no buscaba dinero rápido sino protección. Pero el hecho que temía, el fork, no se produjo hasta meses después y aunque el precio del bitcoin no se había inflado tanto como el de otras monedas en ese tiempo, había doblado prácticamente su valor: me había equivocado, pero había acertado. Darme cuenta de ese hecho de forma tan tajante (mi predicción era errónea, al menos en ese momento) me ayudó a no creerme –por efecto de la suma de dinero ganada con la suerte del momento– un experto en el tema, capaz de predecir tan espectaculares escenarios de crecimiento. Esa ocasión fue suerte, y lo tuve muy claro desde el principio.
Aunque yo ya he tomado la SANÍSIMA decisión de no asesorar a nadie ni ayudar a nadie –sin cobrar por mi tiempo– con el tema de las criptomonedas (es muy pesado cargar con todo lo que la gente no sabe e intentar que comprendan todo esto con un muro de desconocimiento delante, defendido por otro de prejuicios detrás) mantengo un pequeño grupo de Telegram en el que varios personajes compartimos cripto-asuntos. En él hay algún ilustre entrevistado de esta web y otras personas totalmente desconocidas que se han ido “agregando” en momentos distintos: personas con formación en Bitcoin muy distinta, pero todos dentro del límite del usuario de nivel medio, como máximo (como yo). En el grupo, que paso de ser “Cryptoboyz & Girlz” a “Escuela de Salamanca” (recuerdos a Palamedes) nos echamos una manita y nos ayudamos.
Y todos nosotros –todos sin excepción– hemos caído en el trading. ¿Por qué? Está claro que cuando llevas un tiempo en esto, ciertas noticias sabes que van a tener repercusión (positiva o negativa) y sueles ver que puedes tomar ventaja de lo que va a suceder (si eres capaz de interpretar bien el escenario y predecir su resultado en un momento puntual). Yo suelo decir que, con esto de las criptomonedas, pasa algo similar a lo que ocurre con algunas partículas observadas con el prisma de la física cuántica: puedes determinar su vector de dirección y velocidad o su posición exacta, pero no ambas cosas a la vez. Puedes acertar en el escenario y errar en la conclusión, y puedes hacer la jugada inversa también (lo que sería acertar de casualidad, como yo). Lo que está claro es que el trading de criptomonedas y de otros valores es un campo probabilístico y no determinístico. Si eres muy de la mecánica clásica y te da “yuyu” eso del gato vivo-muerto, a lo mejor esto te supera. Si quieres saber lo que tienes y cuánto vale con una precisión pre-establecida, lo tuyo es la moneda fiat y no la criptomoneda (al menos, de momento).
Todos hemos visto la posibilidad de ganar dinero rápido, y hemos tentado a la suerte con diferente fortuna. Lo único que parece salvarnos a todos (hablo especialmente del grupo mencionado, pero puede ser aplicado a otros muchos fuera de él) de nuestros propios errores en el trading, es que hablamos de un mercado en un alza brutal. En alza hasta el punto de que a veces da impresión de que “da igual en qué inviertas, porque todo sube siempre” (ojo, esto no es así y aunque lo sea –temporalmente– llegaremos tarde o temprano al momento en que no sea así).
No todo sube siempre, ni todo sube, pero es cierto que si se mira el precio de los principales criptovalores 1 año atrás, son todo ganancias, en cualquiera. Y este mercado “inflado de interés” por un lado y que, por otro, se alimenta de nuevos niveles de adopción de las criptomonedas, es un mercado que tiende a perdonar errores a todo el mundo porque los valores de referencia siguen subiendo. Pero no conviene fiarse, al menos demasiado, de las dotes de “speculatori” que nos han salido repentinamente, ya que lo nuestro no es invertir sino que todos nosotros (en el grupo) trabajamos en campos totalmente alejados de lo que serían los mercados de inversión. Somos meros aficionadillos, de momento, con mucha suerte.
Y tal vez sea ese el problema: exceso de suerte. Todos nosotros, en distintos grados pero todos, hemos entrado en el juego de comprar en un momento y vender en otro, para sacar provecho de la diferencia. Y debo reconocer que, a pesar de nuestra ausencia de experiencia previa, no se nos ha dado tan mal. Pero no debemos olvidar que la simple inercia de unos mercados fuertemente ascendentes ayudó mucho. Hasta gente tan ajena a este mundo, como resulta ser mi madre, me dio una cantidad para invertirla en su nombre. Cuando le pregunté qué quería que hiciera con ello, si “jugar en los mercados” o “hacer una buena inversión y dejarla quieta”, me contestó lo primero: jugar con ello, hacer trading activo. Cuando –extrañado– le pregunté cómo me daba esa respuesta, me dijo que no era mucho dinero [nota del autor: si yo lo hubiera tenido la primera vez que miré el precio Bitcoin, ahora tendría 100 Bitcoins, que hoy día equivalen a una muy buena casa, en mi país]. Ese tipo de actitud en una persona que es ajena a este mundo y cuya principal fuente de información son “los mass media” y alguna cosa que me escucha decir a mí, da una importante señal de lo que al personaje medio, que aún no ha entrado en esto de las criptomonedas, le atrae: no es la calidad del dinero, sino las ganancias rápidas haciendo trading.
Y nuestro “trading”, que comenzó siendo motivado por “la necesidad de realizar un par de movimientos lógicos de compra y venta” ante una situación puntual (incluso forzada), acabó convertido en el hábito de “cazar al dragón durante horas y días”. De pronto nos vimos persiguiendo estadísticas de precio en los mercados maniáticamente para sacar provecho rápido de la volatilidad en las monedas y las diferencias de precio en los distintos exchanges. Uso a propósito la expresión “cazar al dragón”, porque es la que se usa en inglés, a modo de “slang” o jerga, para describir el acto de perseguir y aspirar el humo de una pequeña cantidad de cocaína base, o heroína (o ambas, speedball), que se evapora con la llama de un mechero sobre papel de plata. Realmente las sensaciones, comparando el “juego” que se establece entre la persona y la actividad en este caso, pueden llegar a ser bastante similares a las del yonqui dándole fuego a la “cola del dragón”, pero eso es una visión subjetiva del asunto y entiendo que poco común, ya que si bien hay mucha gente que hace trading de criptomonedas, no hay tanta que se entregue a esos otros placeres del consumo de psicoactivos.
A este punto quería finalmente llegar, antes de ofrecer un consejo basado en la experiencia tenida haciendo trading con criptomonedas: placer, consumo. Hay personas –la inmensa mayoría– a quienes les das una inyección de heroína y no les resulta agradable. Otras quedan maravilladas y –de poder conseguirla– se hacen adictas a esa droga. Donde puse heroína, puede poner usted mismo cualquier otra sustancia y otras cuantas actividades humanas: comer, dormir, masturbarse, besar, ligar, jugar a las cartas, ir de compras, echar dinero a las tragaperras, trabajar sin descanso aun teniéndolo, follar o jugar a la lotería, al ajedrez o a los videojuegos en una consola.
Tal vez usted no lo sepa, pero las drogas prohibidas hacen efecto en el cuerpo humano porque imitan a otras sustancias que tenemos en nuestro interior. Cuando come, usted segrega endorfinas (una molécula de efectos similares a la heroína o morfina). También cuando acaba de tener un orgasmo, o cuando llora. También las segrega su cuerpo de forma automática cuando usted sufre un daño (como un hueso roto). Cuando usted está a punto de ganar lo lotería, porque sólo falta número y si es el suyo se convertiría en millonario, usted segrega dopamina como un loco. Pero también lo hace cuando va ganando en la consola mientras compite con su pareja o amigo, y también lo hace cuando está jugando al poker con dinero o a las maquinas tragaperras, bingo, casino o ruleta: en los juegos de azar, usted segrega dopamina de la misma forma que lo hace el cerebro de un cocainómano cuando consume y consume esta droga. Y así podríamos seguir con distintas actividades, emociones y comportamientos que surgen en el complejo ser humano.
¿Pero esto no iba de trading? Sí, y aquí terminamos.
Dentro del grupo -en el que me incluyo- hay hombres y mujeres, profesionales de todos los campos (del derecho a la seguridad privada, pública, sanitarios, autónomos, freaks sin oficio claro pero todos con un mismo interés: Bitcoin y su mundo) que tienen intereses muy distintos y razones diversas para estar en este cripto-fregao. Sin embargo, al principio, todos pensábamos que las ideas de los demás y sus motivaciones (más allá de ganar dinero, que es común) serían iguales a las nuestras. Y no, eso es de lo primero que hemos comprendido: somos personas distintas que compartimos información y razonamientos, pero que tomamos decisiones distintas en función de los mismos datos: el trading no es una ciencia exacta.
Y la otra gran cosa que descubrimos, algunos antes (yo posiblemente) y otros más tarde, es que el cripto-trading es una actividad “de alto riesgo” y no sólo económicamente: es una peligrosa adicción. En realidad, el estar frente a gráficas de colorines, que suben y bajan, cálculos sesudos, fórmulas magistrales a aplicar, momentos a cazar a tiempo, desde tu teclado, usando tus manos, tu dinero, es muy parecido a un juego de azar, incluyendo las consecuencias de la ludopatía. A veces se gana dinero, genial, y eso es un refuerzo positivo que hace que la persona repita la acción. A veces se pierde, y eso que a muchos les sirve para medir mejor y tal vez retirarse del juego, a ciertos personajes (es un fenómeno que se da en los compradores de drogas en el mercado negro) no les funciona como un aversivo que les aleje del trading, sino que les funciona de “refuerzo aleatorio” que no tiende a eliminar el comportamiento sino todo lo contrario.
En resumen, creo que el trading es una actividad que, si bien puede dar altos rendimientos, también puede provocar intensas pérdidas. Y una que no solemos evaluar adecuadamente: la de nuestro tiempo. Nuestro tiempo y su rendimiento es en sí mismo, cuando lo usamos adecuadamente, nuestra mejor “Proof of Work” o PoW. Es cierto que es “relativamente fácil” ganar dinero en el trading, una vez que uno le echa horas y aprende las habilidades básicas. ¿Pero cuántas horas? ¿Cuántas le puedes echar tú para que dicha actividad te resulte rentable? Si eres una persona que –por su trabajo, o ausencia de trabajo– pasa su tiempo pegado a un ordenador con conexión a Internet, pues es posible que hacer trading sea una actividad más –provechosa económicamente– que puedas incorporar a tu rutina.
Pero fuera de esa tipología de persona, es muy probable que el trading de criptomonedas no sea una actividad hecha para ti. Hace un tiempo recibí el mejor consejo sobre trading que me han dado hasta la fecha: “no hay decisión sobre criptomonedas que compense una noche en vela”. Y es cierto. La mayoría de la gente no dispone de 10 horas para estar pegado a un ordenador leyendo información y analizando mercados, porque fuera de Bitcoin tienen vida. Y todo esto lo escribo sabiendo que, en breve y debido a los futuros forks de Bitcoin que parecen venirnos encima, no tendré más remedio que ceder a mis impulsos y echar un vistazo al asunto; es posible que acabe picando de nuevo, y dejándome más riqueza de mi propia PoW en tiempo que la que pueda ganar haciendo movimientos entre unas y otras monedas.
Valora bien tu tiempo antes de dedicarlo a otras cosas.
Y recuerda que te lo avisamos aquí: el trading de criptomonedas es altamente adictivo.