Fuente: Free Man’s Perspective Por Paul Rosenberg
Hay personas que tienen la capacidad de ver y sentir y pensar de forma independiente –o, lo que es aún más aterrador para nuestros amos– personas capaces de actuar, y que de hecho actúan, en base a sus creencias heréticas. Estas personas no aparecen en la televisión, por supuesto, y rara vez en la radio… pero existen.
Una nueva civilización, de gente interesada en ver, está surgiendo. Voluntaristas (fieles al principio de no agresión), Bitcoiners, homeschoolers (partidarios de la educación en el hogar), criptoanarquistas, hackers, creadores, inconformistas religiosos… Todos ellos están hartos de la ceguera; están hartos de vivir hipnotizados, resignados… hartos de perseguir símbolos e ilusiones mientras son sistemáticamente exprimidos por un sistema corrupto.
La medida en que estas personas han escapado del piloto automático en sus propias vidas es mayor –mucho mayor– que lo que yo he visto en toda mi vida. Por otra parte, nunca en toda mi vida he visto tantas personas aspirando a liberarse de la tiranía de la ilusión.
Y no sólo eso: esto está llegando poco a poco a las raíces mismas de la cultura dominante. Durante mi juventud, los políticos eran considerados hombres importantes; hombres sabios y virtuosos. Y eso simplemente ya no es así. Yo no creo que quede un solo lugar en Occidente donde la frase «Los políticos son mentirosos y ladrones» no genere una aprobación casi unánime en cualquier parada de autobús. Ese es un cambio drástico y fundamental.
Hemos estado viviendo una tormenta perfecta de autoridad. La autoridad se ha beneficiado de una serie de factores temporales y ha llegado a convertirse en una amenaza imponente. Pero esto no va a durar para siempre, y está perdiendo ímpetu mientras lees estas palabras.
La autoridad es cada vez más frágil. Se mantiene en su lugar, pero los que todavía creen en ella son los menos informados y los menos despiertos. Cuanto más informado está un individuo, más probable es que considere estúpido y abusivo a quien basa su autoridad en la fuerza.
Entre las personas que siento haberme perdido en vida está Buckminster Fuller. Así que me gustaría concluir citando un par de pasajes del último libro de Fuller, Cosmografía, publicado nueve años después de su muerte:
Esta prisión de la Edad Oscura no tiene barras de acero, cadenas o candados. En lugar de eso, está hecha de desinformación, y la desorientación bloquea su salida. Somos prisioneros de esta Edad Oscura simplemente por los términos en los que hemos sido condicionados para pensar.
Y a eso apuntan realmente todos nuestros esfuerzos: a que nuestras mentes puedan detectar el condicionamiento vil que se nos ha impuesto; a liberarnos de la coacción para que nuestras vidas puedan florecer sin obstáculos prescindibles. Una vez que lo hagamos –e ignoremos a los matones medievales que tratan de mantenernos encadenados a sus carruajes– nuestra Edad Oscura llegará a su fin.
Estimado lector, las estructuras de poder tradicionales y su reinado de oscuridad están a punto de quedar obsoletas.
Es difícil añadir mucho más a este pasaje que un caluroso «amén».
Empuja hacia adelante y saborea cada partícula de progreso que veas.
La oscuridad no reinará para siempre.