Fuente: WhenBitcoinMetPete
Por Peter Dushenski
Traducido al español por majamalu para elBitcoin.org
Es evidente que hemos entrenado a una sociedad de consumidores que nada cuestionan, aunque a la vez altamente exigentes. Una sociedad rápida para escandalizarse ante cualquier privilegio o expresión políticamente incorrecta, e igualmente rápida para exigir cada vez más derechos. El resultado de la primera afección es la censura de la libre expresión y la incapacidad para esforzarse por mejorar, lo que da lugar a una susceptibilidad a la manipulación a través del discurso y a una economía escasa en innovaciones. El resultado de la segunda afección es el modelo de Estado de Bienestar al estilo soviético que vemos en el primer mundo, un modelo que promete más y más servicios «gratuitos».
Sin embargo, el gobierno es un negocio y los recursos para pagar lo prometido tienen que venir de alguna parte. El envilecimiento de la moneda, lejos de ser la opción más innovadora, es al menos la más fácil. Esto, por supuesto, conduce a la inflación, luego a la hiperinflación y, finalmente… *boom*, no hay más moneda.
El Estado de Bienestar tipo soviético, en sus esfuerzos por dar más ad inifinitum, depende, por lo tanto, de su capacidad de matar una moneda y dar a luz a otra toda vez que sea necesario. Bitcoin rompe con este modelo. Ninguna entidad política puede aumentar la masa monetaria. A las matemáticas les importa un carajo si vas por la reelección. Sin el control estatal de la oferta monetaria, simplemente no habrá inflación para pagar el costo de infinitos «derechos».
Bitcoin no solo hace imposible la transferencia involuntaria de riqueza, nos exige además que, en lugar de comprar alguna porquería hoy, la compremos mañana. Mañana, esa porquería va a ser más barata. Postergar la gratificación no es algo glamoroso, pero funciona maravillosamente bien. En el mundo de Bitcoin tendremos a mucha más gente apuntando hacia el cielo y diciendo «Hasa Diga Eebowai» (Maldito Dios), al menos hasta que se acostumbren a este nuevo mundo. Y luego, como siempre, la vida continuará.
Pero si los ciudadanos de Biotcoinlandia nos estamos privando de comprar más porquerías, ¿qué estamos comprando con toda nuestra riqueza?
Conocimiento. Con sus altas barreras de entrada y la dedicación que requiere, el conocimiento es la cosa más cara que puedes comprar. El conocimiento es lo único que nadie puede quitarte, y es algo que realmente beneficiará a tus hijos.
Así pues, ¿estás listo para convertirte en un verdadero ciudadano?
Es una pregunta capciosa: no tienes otra opción.