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Por Wendy McElroy
Traducido al español por elBitcoin.org
El monopolio sobre el dinero es la base de los feroces ataques a la privacidad que padecemos, y el principal instrumento de vigilancia del Estado norteamericano. Como dijo Mark Hubbard: «La civilización es un movimiento que tiende hacia la privacidad – esto es, hacia lo opuesto al Estado policial. La legislación fiscal se ha convertido en la legislación del Gran Hermano«.
El rastreo de fondos es, en gran medida, un medio para facilitar el robo a la población productiva, pero también sirve para identificar y castigar el comportamiento «inaceptable», como por ejemplo el comercio de ciertas drogas o la disidencia política. De hecho, es criminalmente ingenuo suponer que el gobierno no va a utilizar esa enorme cantidad de información para apuntar contra sus críticos.
Asimismo, el monopolio sobre el dinero le permite al gobierno imponer medidas que castigan y controlan a determinados grupos humanos. Por ejemplo, mientras los bancos funcionen como un brazo del gobierno, seguirán negándose a abrir cuentas a nombre de personas que carecen de identificación emitida por el Estado. De este modo, se les impide a los «sin papeles» llevar a cabo transacciones monetarias que forman parte de la vida cotidiana. Por el contrario, las instituciones financieras contraculturales a menudo sólo requieren un nombre de usuario y una contraseña para depositar fondos.
El monopolio sobre el dinero es una de las condiciones necesarias para el establecimiento de un Estado policial. Al abogar por un mercado libre de monedas, es importante afirmar y reafirmar algo que debería ser obvio: las libertades civiles exigen la existencia de una buena moneda.
Y nada garantiza mejor la calidad de la moneda – o de cualquier otro producto – que la libre competencia.
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