Por qué estoy comprometido con algo que aún no existe

Por Paul Rosenberg

Es extraño que tantas personas desconfíen de cualquier cosa que no puedan ver, o que no se les presente como absolutamente incuestionable, o –especialmente– que no haya sido aprobada por la autoridad.

Las cosas nuevas y útiles, como todos hemos observado, comienzan como cosas que no se pueden ver… cosas sin evidencia, sin sustancia y, por lo general, sin pedigrí. Nombra cualquier tecnología exitosa y probablemente haya comenzado así.

Pero pasemos de los ejemplos más antiguos y simplemente saltemos a cosas que han sucedido en nuestro tiempo:

¿Dónde estaban las computadoras personales un par de generaciones atrás? Solo en los sueños de un puñado de genios obsesionados con el tema. Era un negocio que crecía principalmente en garajes y espacios similares.

¿Dónde estaba la educación en el hogar (home schooling) una o dos generaciones atrás? Era el dominio de chiflados en el mejor de los casos y de abusadores de niños en el peor. (O al menos eso proclamaba una aristocracia educativa entronizada). Y, sin embargo, la educación en el hogar ofrece resultados superiores.

¿Dónde estaba internet en la década de 1990? Primero era casi totalmente desconocido, luego pasó a ser considerado una tonta herramienta de «nerds», luego una amenaza para todo lo que es sagrado (sí, New York Times, algunos de nosotros lo recordamos), y finalmente una infraestructura mundial.

¿Dónde estaba el cifrado en 1990? Una munición regulada… un arma secuestrada… hasta que fue liberado por un pequeño grupo de cypherpunks.

¿Dónde estaban las monedas digitales en el 2000? Un supuesto refugio de los peores criminales del planeta. Y ahora… bueno, ahora solo las odian quienes sacan provecho de las monedas respaldadas por la violencia y quienes piensan que han perdido el tren.

Los que tenemos ya cierta edad hemos visto la irrupción de todas estas cosas. Cosas que existían solo como ideas en mentes generalmente despreciadas.

Entonces, ¿dónde están la utilidad, la eficiencia y la seguridad de «seguir con lo que ha sido probado y aprobado» y ridiculizar lo nuevo? La voz de la autoridad es la voz de la parálisis y la petrificación.

Sí, algunas cosas viejas siguen siendo encantadoras, y algunas cosas nuevas son estúpidas. Pero oponerse a las cosas solo porque son nuevas… sofocándolas en un clima de miedo e insinuando que todo lo que no esté expresamente autorizado será castigado… es aún peor que la parálisis y la petrificación.

El progreso siempre comienza con meras ideas… ideas no aprobadas y, por lo general, ideas controversiales.

Por eso estoy comprometido con la creación de sociedades paralelas, economías descentralizadas, una ética no basada en la coacción y una civilización construida en torno a nuestras capacidades, no en torno a nuestros temores. Sé que las buenas ideas pueden hacerse realidad. Lo he visto una y otra vez. Y tú también.

Además, ninguna de las cosas en las que creo es completamente nueva. Los seres humanos han practicado una ética no coactiva y han tenido comercio descentralizado muchas veces.

Nuestro modelo

He escuchado a gente decir «No puedes vencer al sistema» –o frases desalentadoras por el estilo– durante mucho tiempo, y eso simplemente no es cierto. Sí, el sistema se especializa en el uso de la fuerza y suele castigar a personas que amenazan su legitimidad con el fin de disuadir a los demás, pero ¿dónde están los grandes faraones? ¿Dónde está el gran Alejandro? Y donde están, para el caso, Napoleón y Mussolini y otros cien “líderes indomables”. Se han ido, con sus juntas gobernantes, sus intelectuales de la corte y súbditos aquiescentes.

Así que es posible vencer al sistema. Puede llevar tiempo, pero el sistema siempre acaba en llamas y estallando en mil pedazos. La única pregunta es cuándo.

Entre otros ejemplos de sociedades basadas en el principio de no agresión, tenemos el de los proto-cristianos y los cristianos descentralizados de los primeros siglos dC. Y permíteme señalar que esto pasó mucho tiempo antes del nacimiento de lo que la gente conoce como «la Iglesia».

Lo que aquí nos interesa no es la religión sino la manera en que esas personas dedicaron sus vidas a un mejor conjunto de ideas. Ideas combatidas por el poder más grande jamás visto: el gran Imperio Romano en su apogeo.

Sin embargo, al final Roma se desmoronó y las nuevas ideas triunfaron, eliminando por completo el modelo romano.

Así es como lo describió el gran historiador Will Durant:

No hay mayor drama registrado que aquel protagonizado por unos pocos cristianos despreciados u oprimidos por una sucesión de emperadores, soportando todas las pruebas con férrea tenacidad, multiplicándose en silencio, construyendo un orden mientras sus enemigos generaban caos, combatiendo la espada con la palabra, la brutalidad con esperanza, y por fin derrotando al Estado más fuerte que ha conocido la historia. César y Cristo se encontraron en la arena, y Cristo ganó.

No hay razón para que no podamos hacer lo mismo. No sé cuánto tiempo tomará o cuántas perturbaciones tendremos en el camino, pero puedo decirte con seguridad que construir un mundo descentralizado basado en la regla de oro (no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti) es definitivamente posible. Eso sí, tendremos que trabajar para ello.

Podemos construir un futuro mejor o podemos «jugar a lo seguro». ¿De qué estarás más orgulloso cuando seas viejo?

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