Por qué me opongo al activismo

activismoAntes que nada, tengo que aclarar lo que quiero decir: hay «activistas» a quienes respeto y apoyo. Diferencio a estas personas de las personas a las que aludo en el título porque las primeras actúan, enseñan y animan a otros a pensar y actuar directamente, no a través de terceros.

Esta distinción será más clara a medida que avancemos.

La Distinción: qué pasó con los chicos “buena onda”

Érase una vez, unos tipos valientes que desafiaban a los poderosos gobiernos occidentales y trabajaron para crear herramientas criptográficas utilizables por todo el mundo. Esto requirió habilidad, inteligencia y, sobre todo, coraje. Pero estas personas asumieron los riesgos y lo hicieron, y creo que merecen crédito por ello.

Tristemente, sin embargo, algunas de esas personas descendieron de las filas de los justos desobedientes al nivel de meros activistas. Hoy gastan sus esfuerzos alentando tal o cual legislación, involucrándose en el diálogo con los políticos y promocionando sus causas.

En otras palabras, pasaron de hacer cosas a mendigar a sus amos para que las hagan. Considera los dos modelos:

1) El primer modelo requiere habilidad, inteligencia y coraje. Requiere que la gente actúe en contra de la voluntad del amo.

2) El nuevo modelo genera activistas que acaban siendo asesores del amo. Estos imaginan que son tan inteligentes que pueden engañar al amo para que haga «lo correcto».

El modelo #1 quita energía del amo y la transfiere a los individuos.

El modelo #2 aumenta el poder del amo. Este es considerado como el único con derecho a actuar.

activismo1Lamentablemente, el modelo # 2 se ha convertido en el principal modelo de activismo en el mundo occidental, y este es el modelo al que me opongo.

Razones específicas por las que me opongo a este tipo de activismo:

# 1: Refuerza el orden existente. Como he escrito antes, la humanidad está viviendo ahora con tecnología de la era espacial y sistemas de gobierno de la edad de bronce, un modo ridículo y retrógrado de organización. El apoyo a dichos sistemas –reconociendo a aquellos en el poder como únicos actores legítimos– nos impide avanzar hacia el futuro.

# 2: Le escapa al coraje y al riesgo. A nadie le gusta el riesgo, pero en un mundo controlado por los amos de la edad de bronce, el progreso lo requiere. Bajo el modelo de activismo moderno, sin embargo, prácticamente no se requiere coraje; el activista es un socio del poder. El activismo exitoso, bajo este modelo, termina con el gobernante –y sólo el gobernante– actuando.

Mientras rogamos al gobernante que actúe, somos inofensivos para el poder. Por ejemplo, cuando Alexander Haig era una figura importante en la Casa Blanca de Reagan, fue confrontado por los manifestantes contra la guerra. Su respuesta fue la siguiente:

“Que marchen todo lo que quieran, siempre y cuando sigan pagando sus impuestos.”

El activismo que se basa en el orden existente no representa amenaza alguna para el orden existente. Beneficia el statu quo y neutraliza a los potenciales activistas del primer modelo, seduciéndolos con una propuesta libre de riesgos.

# 3: Corrompe a los activistas. Los activistas del segundo modelo tienden a tener problemas de arrogancia. Ese es mi punto de vista, por supuesto, y el tuyo puede ser diferente, pero todo el modelo se basa en la capacidad del activista de ser más astuto que los demás.

El activista del modelo # 2 engaña a las facciones gobernantes para conseguir lo que quiere. Él o ella trabaja en las redes sociales para hacer que las personas repitan sus consignas; convence a las masas de que se presenten a sus eventos; hace que las cámaras de televisión estén donde las necesita en el momento en que las necesita, y en momento preciso emite los sonidos que sonarán bien en las noticias. En otras palabras, es más listo que los demás.

El activista moderno usa a las personas como herramientas, especialmente a la multitud en las redes sociales. Por lo tanto, él o ella obtiene un tipo muy real de poder. Y como todos deberíamos saber a estas alturas, el poder corrompe.

El activista exitoso debe llegar a ser famoso –su oficio lo exige–, y la fama corrompe tan rápido como los tipos más tradicionales de poder.

# 4: Mantiene a las masas firmemente dentro del statu quo. Al ver los grandes y bien publicitados éxitos de los activistas del modelo # 2, la gente no ve ninguna razón para moverse por su cuenta. El activista estrella lleva a cabo sus planes gracias a que, se supone, es más astuto que el poder. Siendo así, parece algo sensato simplemente apoyar a un activista exitoso.

¿Por qué un joven preocupado iría a moverse por su cuenta, al ver que los gurús famosos ya están hablando con los primeros ministros, presentando demandas colectivas, y acumulando miles de admiradores en línea? Así, él o ella encuentra un papel dentro del statu quo que el activista está supuestamente cambiando. Puede que sienta que algo no está bien, pero ¿quién es él o ella para desafiar el gran gurú?

# 5: Crea y fomenta la cultura de la víctima. Nada consigue mejores resultados en estos tiempos que retratarse a uno mismo como víctima, o retratar la propia causa como un servicio a las víctimas. Y eso es precisamente lo que el activista inteligente debe hacer.

El activista necesita que sus seguidores aparezcan como víctimas y sutilmente les anima a verse a sí mismos de esa manera, para que acudan a él, presumiblemente el único capaz de defender su causa.

Y ten en cuenta que una vez que programamos nuestras mentes para asumir el papel de «víctima», renunciamos al control sobre nuestras vidas. A partir de entonces nos convertimos en seres dependientes, en lugar de en actores capaces de imprimir con confianza nuestro propio sello.

En otras palabras, entregamos nuestro poder al activista y nos volvemos dependientes de él o ella.

Peor aún, nos volvemos moralmente dependientes del activista, porque el mismo papel de «víctima» exige un juicio moral. El gurú activista entonces se convierte en una fuerza importante en nuestro universo moral.

Esto equivale a una pérdida de poder personal que es a la vez sutil y perniciosa, y que atrofia nuestra capacidad de manejar incluso nuestras relaciones interpersonales.

# 6: Ayuda a las víctimas mediante el uso del dinero de otras personas. Convencer al Estado de «hacer algo» es el camino más fácil. En vez de ponernos de pie y hacer algo (y, Dios no lo quiera, gastar nuestro propio dinero), potenciamos al estado. La verdad, por supuesto, es que el Estado no hace nada sin antes quitarle el dinero a la población productiva:

…pero es fácil imaginar que eso no tendrá un costo para nosotros.

Este modelo permite que nos sintamos justos sin costo personal. Es falso e inútil, por supuesto, pero la ilusión es fácil de mantener… por lo menos en el clima de estos tiempos, donde pocas cosas son llamadas por su nombre.

Así que…

Por favor, participa en el modelo # 1 de activismo: utiliza tu propia mente, tu propia inteligencia, tu propio esfuerzo.

Y cuando lo hagas, date crédito. Te lo habrás ganado. Tendrás una verdadera razón para sentirte justo. Disfrútalo.

Por Paul Rosenberg –  Ver texto original en inglés