Castillo de naipes

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Fuente: Liberty.me

Por Tomas Forgac

 

Traducido al español por majamalu

 

Estoy seguro de que has oído esto: «Bitcoin no vale nada, pero la cadena de bloques es una innovación increíble». Es una mentira. Y quien la dice es un idiota. O un banquero. O las dos cosas. Ocurre que no hay Bitcoin (con mayúscula) sin bitcoin (con minúcula), ni viceversa. La cadena de bloques es un libro mayor, y como tal necesita unidades escasas para tener sentido. Estas unidades adquieren valor cuando la gente descubre su utilidad; por ejemplo, su utilidad para reservar un taxi a través de una red descentralizada. Supongamos que Uber es prohibido en una determinada jurisdicción, por lo que en su lugar alguna startup lanza un servicio que funciona con pseudónimos, basado en Bitcoin. Le deseo la mejor de las suertes a cualquier policía que trate de hacer cumplir una prohibición de un servicio como ese: «No sé de lo que está hablando, Sr. gilip … quiero decir, oficial; tengo esta manía de saltar a los coches al azar y ver adónde me llevan. ¿Cómo que yo pagué por esto? ¡De ninguna manera!».

Una vez que puedas hacer eso y a su vez el taxista pueda utilizar la misma moneda para pagar la comida y el café durante su hora de almuerzo y más tarde tal vez el combustible, ¿qué razón podría tener alguien para cambiar sus bitcoins por dinero fiat en constante depreciación? A medida que más y más transacciones se muevan del dinero fiat a Bitcoin, los gobiernos insolventes irán perdiendo su principal fuente de liquidez: la inflación. Y si trataran de compensar esto con impuestos más altos, ¿qué impediría que las personas oculten sus ingresos en tropecientas direcciones Bitcoin? ¿Crees que el colapso de Lehman Brothers fue una gran cosa? Espera a ver el de JP Morgan y el del Gobierno de los Estados Unidos.

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¿Cuántas vidas se pueden salvar de esta manera? ¿Cómo podría haber financiado George W. Bush su aventura bélica en Irak, que costó la vida de al menos un millón de civiles, sin inflar la base monetaria diez veces? ¿Cómo podrían los gobiernos financiar programas de salud espantosamente caros, que hacen de la asistencia sanitaria algo tan accesible como un sandwich putrefacto en un bote de basura, costando millones de vidas que podrían haberse salvado en un mercado libre? ¿Y cuánto más prósperas podrían llegar a ser las economías cuando los burócratas pierdan la capacidad de financiar sus pingües salarios y sus exclusivos beneficios y tengan que dedicarse a alguna actividad -Dios no lo permita, ¡qué horror!- productiva?

El castillo de naipes se está desmoronando. Todavía no ha caído sobre sus cabezas, pero lo que está ocurriendo no se puede deshacer. Nos estamos liberando de su opresión, de su espionaje, de su robo, de su corrupción y de su odio a todo lo nuevo. Aunque todavía no lo sepan, están acabados. Privados del fruto de nuestro trabajo, los veremos salir a la calle por fin en busca de algo útil que hacer en lugar de violarnos continuamente para mantener sus privilegios. Esto no va a suceder rápidamente y no va a suceder en el mundo entero, pero la vida sin opresión estatal nunca ha estado más cerca, nunca ha sido más palpable. No pierdas el optimismo.

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Imagen por Indenture