El Bit Bang

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Por Eduardo Martínez Narváez

Según la teoría del Big Bang, hace unos catorce mil millones de años se produjo un formidable estallido cósmico a partir del cual emergieron la materia, la energía, el espacio y el tiempo, todos factores que se encontraban aglutinados, comprimidos, encapsulados en un punto que poseía una densidad infinita.

El Big Bang significó, como hemos dicho, el punto de partida del universo. A partir de esa explosión, el caos, la desorganización y la volatilidad fueron la norma, pero a pesar de ello la naturaleza fue capaz de construir todo tipo de estructuras, sistemas, elementos y organismos que han ido evolucionando constantemente a lo largo de miles de millones de años, para terminar por conformar el mundo en que nos desenvolvemos actualmente.

Hace algunas semanas se produjo, al igual que hace miles de millones de años, un gran estallido, aunque esta vez a escala humana. No hubo liberación de materia y energía, pero la onda expansiva recorrió todo el planeta cuando millones de personas se percataron de la existencia de un novedoso algoritmo informático creado por una incógnita a quien llamamos Satoshi Nakamoto –un sistema de almacenamiento, autenticación y transmisión de información sin referentes previos, aparecido prácticamente de la nada, pero de dimensiones y alcance imposibles de estimar–. Cual nuevo elemento de la tabla periódica, latente y en maduración desde el año 2009, Bitcoin ahora se encuentra en cada rincón del planeta.

Este Big Bang ha tomado por sorpresa a prácticamente todas las estructuras frente a las cuales el nuevo sistema se presenta como alternativa –bancos centrales, intermediarios financieros, cambistas, instituciones crediticias, etc. –, cuyos celadores y/o dirigentes, después de varios años de subestimación e incluso burla (“esquema Ponzi”, “burbuja”, “cazabobos”, etc.), asisten atónitos a la expansión indetenible de las galaxias constituidas por Bitcoin y el resto de monedas criptográficas derivadas del código original creado por Satoshi Nakamoto.

Si bien hoy las magnitudes con las que se mide esa expansión de Bitcoin posterior a su Big Bang son netamente monetarias y referenciadas a divisas fiat emitidas por los diferentes Estados, todo parece indicar que tendremos que ir inventando un nuevo sistema métrico para poder calibrar correctamente la profunda revolución en todos los ámbitos que supondrá la universalización de Bitcoin como sistema.

Bitcoin significa descentralización y ubicuidad; un protocolo imposible de manipular por ninguna autoridad; un número finito de unidades monetarias asegurado y pre-establecido; información cuya integridad está garantizada por una red peer to peer formada por sus propios usuarios. En otras palabras, Bitcoin es disrupción pura, que a fuerza de adopción voluntaria se abre paso, inaugurando un nuevo paradigma.

El Bit Bang se ha producido; la expansión de Bitcoin recién ha comenzado.