Shelling out – Los orígenes del dinero (VII)

Shelling out – Los orígenes del dinero VII (Ver parte VI)

Nuevas teorías sobre los orígenes y la naturaleza del dinero

Fuente: Nick Szabo’s papersTraducido al español por moraluniversal.com

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Jóvenes Kung San.

La tribu San ‘Kung’ del África del sur, como todos los otros supervivientes actuales de culturas cazadoras recolectoras, viven en tierras marginales. No tienen la oportunidad de ser especialistas, sino que deben aprovechar los escasos residuos disponibles. Ellos son, pues, bastante poco representativos de los antiguos cazadores recolectores, y se asemejan poco al homo sapiens sapiens original – quien primero arrebatara las tierras más exuberantes y las mejores rutas de cacería al homo sapiens neandertalis, y sólo mucho más tarde expulsara a los neandertales de las tierras marginales. Aun así, a pesar de su suma desventaja ecológica, los Kung usan artículos de colección como elementos de comercio.

Como la mayoría de los cazadores recolectores, los Kung pasaban la mayor parte del año en pequeñas bandas dispersas, y unas pocas semanas del año en “agregados” con otras bandas. Un “agregado” es como una feria con características añadidas: se comercia, se establecen alianzas, se refuerzan las asociaciones, se negocian matrimonios… Entre las preparaciones para un “agregado” abunda la manufactura de utensilios comerciables, en parte de uso utilitario, pero principalmente de colección. El sistema de intercambio, llamado por los Kung hxaro, suponía un intercambio considerable de joyas de cuentas, que incluía pendientes de cáscaras de avestruz bastante similares a los encontrados en África hace 40.000 años.

Una de las cosas principales que los Kung compran y venden con sus artículos de colección son derechos abstractos para entrar en el territorio de otra banda, y cazar o recolectar comida allí. El comercio de estos derechos es especialmente vigoroso durante épocas de escasez local, que puede ser aliviada aprovechándose del territorio de un vecino. Las bandas Kung marcan su territorio con flechas. Traspasar sin haber comprado este derecho es el equivalente a una declaración de guerra. Como en el intercambio de comida entre bandas del que hablamos antes, el uso de los artículos de colección para comprar derechos de forrajeo constituye una “póliza de seguros contra el hambre” – por usar la frase de Stanley Ambrose.

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Patrón de intercambios ‘hxaro’ y de relaciones de parentesco en las tribus vecinas de cazadores recolectores Kung San.

Si bien los humanos anatómicamente modernos disponían seguramente de pensamiento consciente, lenguaje y alguna habilidad para planearlos, los intercambios habrían requerido muy poco de eso. No era necesario que los miembros de la tribu razonaran acerca de los beneficios de nada más que un simple intercambio. Para crear esta institución habría sido suficiente con que la gente siguiera sus instintos para obtener artículos de colección con las características definidas aquí más adelante (según indican las observaciones por aproximación que hacen estimaciones de estas características). Esto es verdadero en diferentes grados para las otras instituciones que estudiaremos: estas evolucionaron, en lugar de ser diseñadas conscientemente. Ninguno de los participantes en los rituales de esas instituciones habría explicado su función en términos de función evolutiva definitiva; la explicaban en términos de una amplia variedad de mitologías que servían más como motivadores inmediatos de ciertas conductas que como teorías de propósito último u origen.

La evidencia directa del comercio en comida ha disminuido desde entonces. Puede que, en el futuro, encontremos más evidencia directa de la que está disponible ahora para este ensayo, a través de comparaciones entre los restos de caza de una tribu y los patrones de consumo de otra – siendo lo más difícil la delimitación misma de las tribus o grupos de parientes. Según nuestra teoría, tal transferencia de carne de una tribu hacia otra era común en muchas partes del mundo durante el Paleolítico, allí donde la caza especializada de grandes animales ocurrió.

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Arte rupestre de los San.

Por ahora, tenemos una evidencia indirecta abundante de comercio, a través del movimiento de los propios artículos de colección. Afortunadamente, hay una buena correlación entre la durabilidad deseada para los artículos y las condiciones bajo las que tales artefactos han podido sobrevivir, para ser encontrados hoy por los arqueólogos. A principios del Paleolítico, cuando el movimiento humano era a pie, tenemos casos de conchas marinas perforadas, halladas hasta a 500 kilómetros de la fuente más cercana de las mismas. Había también un movimiento de larga distancia similar en el caso del pedernal.

Desafortunadamente, el comercio estaba gravemente restringido por los altos costes de transacción en la mayor parte de los lugares y tiempos. La barrera principal era el antagonismo entre tribus. La relación predominante entre ellas era de desconfianza en los días buenos y de violencia abierta en los días malos. Sólo lazos de matrimonio o parentesco podían establecer una relación de confianza entre las tribus, si bien sólo ocasionalmente y con un alcance limitado. Una reducida habilidad de proteger la propiedad – incluso los artículos de colección que llevaba una persona o alijos bien escondidos – significaba que los artículos debían amortizar sus costes tras sólo unas pocas transacciones.

Así, el comercio no era la única forma de transferencia de riqueza, y probablemente no fue la más importante durante la larga prehistoria humana, donde los altos costes de transacción impedían el desarrollo de los tipos de mercados, firmas y otras instituciones económicas que ahora damos por sentadas. Debajo de nuestras grandes instituciones económicas se encuentran instituciones mucho más antiguas que también incluyeron la transferencia de riqueza. Todas estas instituciones diferenciaron al homo sapiens sapiens de los animales anteriores. Ahora nos centraremos en uno de los tipos más básicos de transferencia de riqueza, que los humanos dan por hecho, pero que otros animales no tienen, y que consiste en pasar la riqueza a la siguiente generación.

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Mujer San con su pequeño hijo.

Altruismo de parentesco más allá de la tumba

La coincidencia en tiempo y lugar de la oferta y la demanda de comercio era rara, tan rara que la mayor parte de los intercambios e instituciones de comercio a las que ahora estamos acostumbrados no podían existir. Incluso más improbable era la triple coincidencia de oferta, demanda y un evento importante para un cierto grupo de parientes (la formación de una nueva familia, la muerte, el crimen, o la victoria o derrota en guerra). Como veremos, los clanes y los individuos se beneficiaban mucho de una transferencia oportuna de riqueza durante estos eventos. Tal transferencia era, a su vez, tanto menos desperdicio cuando se trataba de un objeto de valor de mayor durabilidad y generalidad que los consumibles o herramientas designados para otros propósitos. La demanda de un almacén de valor durable para el uso en estas instituciones era, así, incluso más urgente que el comercio mismo. Además, las instituciones del matrimonio, la herencia, la resolución de disputas y el tributo pueden ser anteriores al comercio intertribal, y suponían una mayor transferencia de riqueza que el comercio para la mayor parte de las tribus. Por tanto, estas instituciones sirvieron como el motivador y la incubadora del dinero primitivo más antiguo.

En la mayor parte de las tribus de cazadores recolectores esta riqueza venía en una forma que, desde nuestra opulencia moderna, nos parece trivial: una colección de utensilios de madera, armas y herramientas de hueso y pedernal, conchas insertadas en cuerdas, tal vez una tienda y, en climas más fríos, algunas pieles sarnosas. A veces una sola persona podía cargar todo. De todos modos, este variopinto surtido no era menos riqueza para un cazador recolector que la propiedad inmueble, las acciones y los bonos son riqueza para nosotros.

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