Crypto-separatismo y bifurcaciones frívolas

Quizás sea hora de admitir que, al menos en esta etapa, cada criptomoneda es gobernada por una especie de oligarquía de facto. Oligarquía disciplinada, eso sí, por el dinamismo de un mercado capaz tanto de recompensar con liberalidad como de castigar sin piedad. Porque a diferencia de las oligarquías políticas, las nuestras carecen de poder coactivo y pueden ser abandonadas fácilmente.

Independientemente de nuestras preferencias, deberíamos celebrar que los líderes de los distintos proyectos en pugna muestren una determinación rayana en la insensatez a la hora de señalar un camino a seguir. Algunos caminos conducirán al éxito y otros al fracaso, desde luego, tal como es de esperar de cualquier proceso evolutivo. Pero no deberíamos lamentarlo; al fin y al cabo, la alternativa a dicho proceso es abrazar el monopolio sobre la emisión de moneda, en virtud del cual tarde o temprano fracasaremos todos.

La manera de limitar el abuso de poder de los líderes de cada proyecto no es aplicar “controles y equilibrios” internos –siempre fáciles de burlar, como han demostrado siglos de ensayos republicanos– sino aumentar el costo de lo que a nuestro modo de ver son errores inadmisibles. En un territorio geográfico, esto se logra anunciando intenciones separatistas; en el cryptomundo, anunciando intenciones de apoyar un fork.

La posibilidad de un fork siempre pende sobre las cabezas de los decisores, desalentando el mal comportamiento e incentivando la búsqueda de consensos en la medida de lo posible. “¿Podrá sobrevivir mi proyecto a largo plazo? ¿Perderé demasiados usuarios? ¿Perderá mi proyecto el apoyo de inversores clave?” Las mismas preguntas se hacen, por su lado, quienes proponen un fork. Y como nadie sabe ni puede saber de antemano las respuestas a esas preguntas, a veces no queda más remedio que ir en su búsqueda por el camino de la praxis.

Si te parece que la secesión es una manera indeseable de resolver y/o prevenir conflictos, quizás sea porque no te has hecho aun la siguiente pregunta: ¿comparado con qué? ¿Cuál es la alternativa a un fork contencioso, cuando hay dos partes que han adoptado posturas irreconciliables? Indudablemente, algo mucho peor, pues ninguna separación es más costosa que una unión forzada. Imagina, por ejemplo, en qué situación nos encontraríamos ahora si no fuera por ese pequeño grupo de personas que, asumiendo las incertidumbres de la independencia, tomaron la decisión de liderar el movimiento que culminó en la separación entre Bitcoin Cash y Bitcoin Core.

Dicho esto, creo que hay una diferencia fundamental entre el fork que separó a BTC (Bitcoin Core) de BCH (Bitcoin Cash) y el que separó a BCH de BSV (Bitcoin Satoshi’s Vision). El segundo se parece más al fork que dio lugar a ETC (Ethereum Classic) a partir de ETH (Ethereum) en los días que siguieron al colapso de la “DAO”, ya que ambas cadenas (BCH y BSV, ETH y ETC) tienen prácticamente la misma funcionalidad.

Como a casi nadie le interesan las diferencias que obsesionan a los puristas, ese tipo de bifurcaciones, que a partir de ahora llamaré “frívolas”, conduce a situaciones de gran inestabilidad que el mercado intenta corregir. Con tal de minimizar los daños provocados por las guerras de los nerds y recuperar cierta previsibilidad, el mercado siempre termina inclinándose por una de las partes, como se ha visto en el caso de ETH/ETC –para desdicha de los partidarios de ETC–.

Puedes discutir día y noche acerca de la actitud de este o aquel desarrollador; puedes criticar lo que ves como impurezas en el código hasta que todos a tu alrededor caigan profundamente dormidos, tal como hacen aun hoy los simpatizantes de ETC. No obstante, por mucho que te interese debatir estos temas, ninguna de tus opiniones inquietará en lo más mínimo a quienes el día de mañana utilicen cotidianamente la moneda más ampliamente aceptada.

Para que un fork tenga sentido y potencial, es necesario que la crypto-oligarquía dominante haya cometido errores monumentales, como espantar a centenares de miles de usuarios y jactarse de ello. Caso contrario, tendremos una bifurcación frívola, es decir una bifurcación que el mercado considera injustificada, por lo que buscará ensanchar la brecha entre los precios de las monedas resultantes hasta que la perdedora quede en un estado vegetativo irreversible.

Lo que el mundo necesita es una buena moneda: ni mil monedas amigables, ni dos en perpetuo conflicto. No importa si en el camino se han tomado algunas decisiones cuestionables o se han cometido errores pequeños o grandes; miles de millones de personas terminarán usando la mejor moneda disponible, y esa será la que se haya mantenido funcional –predecible, fácil de usar, libre de fricción– y haya sabido cultivar el efecto de red hasta alcanzar una masa crítica de usuarios.