Bitcoin, el azote de los cortoplacistas

A nivel político, cortoplacismo es otra forma de decir socialismo. El cortoplacista ve la riqueza y no las condiciones que la hacen posible; ve el pan, se lo roba y se lo come, ignorando y pisoteando las condiciones bajo las cuales ese mismo pan ha llegado a existir. ¡Pan para todos!, piensa, ¿por qué no?…

Pan para todos, ahora mismo, y sin todos esos obstáculos perversos que el capitalismo se empeña en situar entre el deseo y su satisfacción inmediata: sin panaderos incentivados a producir pan, sin panaderías organizadas y orientadas por el afán de lucro de sus dueños, sin precios que reflejen la demanda de pan y la escasez relativa de los recursos necesarios para producirlo. En definitiva, sin un mercado que ponga efectivamente el pan al alcance de todos.

¡Pan para todos! ¡Ya! La satisfacción de corto plazo nubla de tal forma el juicio del cortoplacista que este no dudará en expropiar los panes disponibles, comerse todos los que pueda en un frenesí bulímico, repartir los que le sobran para gozar de una popularidad que durará lo que dura un estómago lleno, e impedir con todo el peso de la ley la producción rentable de pan, aunque eso signifique no más pan en un futuro cercano.

Si eres un miembro de la menguante clase productiva y aún así crees que el socialismo es algo más sofisticado que un grupo de sociópatas comiéndose y repartiendo alegremente los frutos de tu trabajo entre la creciente masa de vividores que los apoyan, en detrimento de tu futuro y el de tus hijos, lamento decirte que eres una más de las tantas víctimas del adoctrinamiento socialista, y como tal no verás nada especial en Bitcoin –así todo tu dinero sea convertido en papel picado, así todos tus bienes muebles e inmuebles sean confiscados en nombre de la “justicia social”–. Como un buen cordero, aceptarás tu propio sacrificio convencido de que “el capitalismo” es el culpable de todos tus males.

Por si se te ha escapado entre tanto palabrerío en boca de tanto cryptocharlatán, la diferencia fundamental entre Bitcoin –dinero resistente a la intervención estatal– y el dinero fiat –dinero al servicio de la intervención estatal–, es que mientras el segundo fomenta el endeudamiento irresponsable (el gasto actual a expensas del bienestar futuro), el primero fomenta el ahorro (la abstención del gasto actual para incrementar el valor en el futuro).

Pero esta dicotomía también existe dentro de las fronteras de Bitcoinlandia, y seguirá existiendo hasta que el implacable mecanismo puesto en marcha por Satoshi Nakamoto despoje de influencia y expulse –o bien reforme– hasta el último de los cortoplacistas.

Veamos cómo se han comportado los exponentes de estas dos actitudes a lo largo de la historia de Bitcoin.


Lanzamiento de Bitcoin

♦ Los cortoplacistas desestimaron el proyecto de Satoshi Nakamoto. ¿Por qué perder el tiempo prestando atención a un desconocido que dice haber creado una moneda digital y descentralizada con una emisión predecible y decreciente, cuando todo el mundo sabe que tal cosa no es posible?

♦ Los largoplacistas, en cambio, leyeron el paper de Satoshi, dedicaron tiempo a entender el concepto, hicieron preguntas, obtuvieron respuestas satisfactorias, y finalmente tomaron consciencia de que se aproximaba un cambio de paradigma. Hicieron un sacrificio (de tiempo, de certezas) en el corto plazo para convertirse en pioneros del movimiento por la separación entre moneda y Estado, un objetivo de largo plazo.

Primeros años de Bitcoin

Sorprendidos porque había gente dispuesta a desprenderse de sus dólares a cambio de bitcoins, totalmente inconscientes de los motivos que llevaban a algunas personas a acumular bitcoins –y sin el menor interés por desentrañar esos motivos–, miles de cortoplacistas con acceso a tarjetas de video se involucraron en minería con la intención de vender inmediatamente cada bitcoin que obtenían gracias a su poder de cómputo.

♦ Mientras tanto, los largoplacistas minaban o compraban bitcoins y los acumulaban.

Primeros mercados bajistas

♦ Los cortoplacistas vendían impulsivamente al ver que otros vendían. Rescataban así algo de valor en el corto plazo, refugiándose en monedas cuyo valor en el largo plazo tiende a cero.

♦ Aprovechando que otros vendían impulsivamente, los largoplacistas obtenían bitcoins a precios que cabían en uno o dos dígitos.

Colapso de MtGox

♦ Los cortoplacistas mantenían gran parte de sus ahorros en bitcoins en el que era entonces el sitio de intercambio más líquido (el volumen operado en MtGox superaba el 80% del total), con la esperanza de obtener ganancias rápidas mediante maniobras de trading. Tan enfocados estaban en el corto plazo que perdieron de vista los riesgos que implicaba poner sus bitcoins en manos de un tercero.

♦ Conscientes de que nunca serán emitidos más de 21 millones de bitcoins, los largoplacistas privilegiaron la conservación de sus ahorros y mantuvieron el control de sus claves privadas.

“Centralización de la minería” (o cualquier otro motivo de histeria colectiva transitoria)

♦ Convencidos de que Bitcoin es una criatura frágil y siempre a punto de romperse, los cortoplacistas vendieron buena parte de sus bitcoins inducidos por sucesivos ataques de pánico, todos igualmente infundados. Es el precio que pagaron por ignorar las razones que explican el éxito de Bitcoin.

♦ Habiendo comprendido el sistema de incentivos que alinea los intereses de todos los agentes económicos de Bitcoinlandia, los largoplacistas vieron en cada crisis nerviosa generalizada una oportunidad para engrosar sus tenencias de bitcoins.

Debate por el tamaño de los bloques

♦ Los cortoplacistas miran la explosiva transferencia de riqueza que Bitcoin ha desencadenado y la consideran prueba suficiente de que Bitcoin ya tiene asegurado el trono de “oro digital”. Por eso creen que no es necesario trabajar para que la adopción continúe expandiéndose. Por el contrario, intentan restringir la escalabilidad de la cadena de bloques, aunque esto implique transacciones caras, plazos de confirmación impredecibles y, por ende, cada vez menos utilidad. Arriesgan de esta manera el efecto de red que asegura el éxito de Bitcoin a largo plazo.

♦ Los largoplacistas saben que se debe trabajar con paciencia y humildad en la escalabilidad de la cadena de bloques, para que algún día Bitcoin llegue a ser aceptado universalmente.

Censura

♦ Los cortoplacistas silencian a cualquiera que desafíe sus certezas. Alivian así su ansiedad en el corto plazo, al precio de aislarse de posibles argumentos válidos.

♦ Los largoplacistas saben que si bien debatir puede resultar incómodo en el corto plazo, es la única manera de que las mejores ideas prevalezcan en el largo plazo.

Diferentes implementaciones

♦ Bitcoin Core: cortoplacista por excelencia, el equipo de Core busca extraer valor de Bitcoin en el corto plazo asociándose con megacorporaciones interesadas en exprimir la base de usuarios actual –en crear problemas para luego monetizar las “soluciones”–, aunque eso comprometa la adopción de Bitcoin (y por lo tanto su valor) en el futuro.

♦ Bitcoin Unlimited: respetuoso de la visión de Satoshi Nakamoto, el equipo de Unlimited trabaja estoicamente en la preservación de las cualidades de Bitcoin como buena moneda, a pesar del aparato de censura y propaganda montado en su contra por algunas de las organizaciones dependientes del sistema monetario fiat más poderosas del planeta. Su trabajo es ingrato en el corto plazo, pero necesario en el largo plazo para garantizar la competencia de implementaciones que protege a Bitcoin de la planificación centralizada.

Hard forks

♦ Según los cortoplacistas, hay que evitar los hard forks a toda costa, porque pueden asustar a la gente que no está muy bien informada e impactar negativamente el precio del bitcoin en el corto plazo.

♦ Según los largoplacistas, hay que darle la bienvenida a los hard forks –especialmente cuando son contenciosos–, porque son oportunidades en las que el mercado puede expresarse y decantarse por la mejor versión de Bitcoin, es decir la más valiosa en el largo plazo.


En resumen, para los cortoplacistas cualquier estrategia es válida si promete ganancias en el corto plazo, por insostenible que sea en el largo plazo. Pero aquí los atajos son ilusorios, y quienes en ellos se internan acaban extraviados y empobrecidos.

Si quieres los frutos de Bitcoin sin el árbol que Satoshi nos legó, prepárate para ser abofeteado por la mano invisible.