LA NACION, uno de los periódicos más populares de la Argentina, se ha ocupado ayer del fenómeno Bitcoin. Si bien la nota principal y las columnas de opinión sorprenden gratamente por su objetividad y rigor periodístico, no queremos dejar de señalar dos errores en los que suelen caer los medios masivos de comunicación cuando se refieren a Bitcoin:
1) Centrarse en la minería:
La minería cumple un rol fundamental en el ecosistema de Bitcoin, pero está muy lejos de ser aquél medio para enriquecerse fácil y rápidamente que los lectores despistados creen estar descubriendo al enterarse de su existencia – y que los lectores escépticos a menudo confunden con una manera sospechosa de “crear dinero de la nada”. Involucrarse en minería de bitcoins con una meta de corto plazo, sin estudiar los costos y los riesgos que supone, y sin comprender el funcionamiento del sistema, es un grave error que suele pagarse muy caro.
2) Asociar el valor de cada bitcoin con el esfuerzo requerido para obtenerlo vía minería:
Como un residuo persistente de la teoría del valor-trabajo – refutada hace ya más de cien años – , este error suele llegar de la mano del anterior. La minería protege a la red alineando los incentivos de los usuarios de Bitcoin, pero no explica el valor de los bitcoins. El valor cada bitcoin depende de las cualidades monetarias de Bitcoin, el único sistema que permite transferir cualquier cantidad de riqueza de manera instantánea, a cualquier persona, desde y hacia cualquier lugar y en cualquier momento, sin tener que pagar tarifas abusivas, sin tener que preocuparse por el fraude o por el envilecimiento de la moneda, sin tener que pedir permiso a nadie y sin estar obligado a identificarse. Si Bitcoin fuera un mal sistema monetario, todo el poder computacional del mundo no alcanzaría para convencer a la gente de su valor.
A pesar de lo dicho, recomendamos el breve y contundente escrito de Ariel Torres* a propósito de Bitcoin y la revolución digital, que acompaña a la nota principal en LA NACION.
Los cambios que enfrenta hoy la civilización no constituyen una evolución, sino una revolución completa, paradigmática. La llegada del poder de cómputo accesible y una red de redes global (Internet) está transformando todas las hebras del entramado social, político, cultural y económico. El mundo en el que van a vivir nuestros tataranietos será tan diferente del de hoy como lo es una metrópolis actual respecto de la Bizancio de Justiniano.
* Ariel Torres: publica su columna de opinión, pistas e ideas sobre computación personal desde marzo de 1993 en LA NACION.
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