¿Qué nos espera: deflación, inflación o hiperinflación?

fall-163496_1280Al margen de la opinión predominante –según la cual las autoridades tienen todo bajo control–, la mayoría de los analistas serios ven que se está gestando un problema terminal en el mundo del dinero, la economía y las finanzas.

La situación actual (con tasas de interés en cero o incluso negativas, y la deuda expandiéndose mucho más rápido que el PBI), no puede continuar indefinidamente.

Tuvo un comienzo, en los 80s. También tendrá un final.

Las conjeturas no están centradas ya en si esto es o no sostenible, sino en cuándo y cómo llegará ese final.

Estos son los tres puntos de vista principales, junto a uno minoritario:

Deflación

Harry Dent se guía por la teoría austriaca del ciclo económico: la inflación crediticia provoca burbujas financieras, distorsiona la economía y, por lo tanto, es contraproducente.

Dent pronostica deflación y depresión.

Luchar contra el desapalancamiento de las deudas y la demografía es como ponerse delante de un tsunami.

En tales circunstancias, el dólar estadounidense ganaría poder adquisitivo frente a otras monedas, y el oro perdería valor (según Harry podría volver a valer US$ 700 para 2018-19).

Efectivo, bonos del Tesoro a corto plazo y letras del Tesoro serían buenas opciones en un entorno deflacionario con tasas que se mantienen bajas para intentar contrarrestar el inevitable desapalancamiento.

Inflación

La tesis de Jim Rickards –«extinguirán la deuda mediante una emisión masiva de DEG (Derechos Especiales de Giro) una vez que China se haya unido al club»– también tiene su mérito.

En este escenario, las monedas del mundo perderían rápidamente su valor a través de la emisión de DEG, que sirven sólo a los poderes establecidos. Las élites optarían por un sistema que, a diferencia de un nuevo patrón oro, les permita beneficiarse directamente y seguir postergando la disciplina fiscal.

Los ciudadanos están excluidos –no se les permite poseer DEG–. Su poder adquisitivo se reduce y no saben a quién culpar.

Hiperinflación

A John Williams, de Shadow Stats, le está siendo cada vez más difícil sostener sus ideas. Está en lo cierto en cuanto a «la mentira del índice de inflación» y el estado real de la economía. Pero quien haya estado invirtiendo según sus recomendaciones probablemente se esté quedando sin capital.

Deflación, luego hiperinflación

En 2009, Nassim Taleb dijo en Bloomberg TV: «Vamos a ir directamente de la deflación a la hiperinflación, y no veremos la inflación».

Creo que la realidad le dará la razón a Taleb.

Sostengo mi predicción de 2009: «Tokio… luego Buenos Aires» –una deflación a la japonesa seguida por una hiperinflación a la argentina–.

Lo más probable es que entre uno y otro extremo casi no experimentemos niveles moderados de inflación.

La inflación, como observó el economista Milton Friedman, es «siempre y en todas partes» un fenómeno monetario. Pero la hiperinflación es un fenómeno político.

La hiperinflación es causada por esas mismas autoridades en las que las masas creen que pueden confiar. Cuando las autoridades gubernamentales se vean amenazadas, intentarán protegerse mediante la impresión de dinero en una escala que no hemos visto desde la Guerra de Secesión.

Hay momentos en que la impresión de dinero parece ser el mejor curso de acción –especialmente para las personas que dirigen la imprenta–. Esto no le hace nada bien al hombre común, pero saca a los federales de un apuro.

Pero todavía estamos en una larga y lenta caída al estilo Japón. Y parece que vamos a seguir así un tiempo más.

Por Bill Bonner – Ver texto original, en inglés

La pregunta del millón es: ¿cómo se comportaría el bitcoin en cada uno de esos escenarios? Mañana trataremos el tema.