Por qué la moneda del futuro no surgirá de las redes sociales (VIII)

Neuron by Patrick Hoesly
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La buena moneda es la clase de instrumento que resulta tanto más útil cuantas más personas deciden adoptarlo. Esto no significa que su utilidad puede aumentarse forzando a la gente a adoptarla: por el contrario, sólo puede probarse que una moneda es superior a otra si la gente es libre de elegirla. Al fin y al cabo, los fines que guían la elección de una moneda son los mismos para todos los seres humanos: intercambio indirecto y preservación del valor.
 
Cabe esperar entonces que – en ausencia de coacción – prevalezca la mejor moneda disponible. Sólo en un grupo humano muy pequeño y extremadamente aislado es posible desconocer o desalentar el uso de un medio de intercambio reconocido fuera de ese grupo. Pero una comunidad que prescinde del conocimiento y las acciones de innumerables individuos ajenos a ella (esto es, de la división del trabajo en un mercado extenso) cae indefectiblemente en el nivel de subsistencia.
 
Aún aquellos productos que son valorados exclusivamente dentro de una determinada comunidad, en general sólo pueden obtenerse recurriendo a otros productos e insumos, y por ende a precios que no se han formado en el seno de tal comunidad. Es por eso que las redes sociales en Internet, señaladas por su apertura y constante metamorfosis, requieren – más que ningún otro tipo de comunidad – una referencia monetaria externa.
 
 
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