Pico de obediencia

Fuente: Free Man’s Perspective  Por Paul Rosenberg

Las advertencias sobre el pico del petróleo han circulado ampliamente en los últimos años, y si son válidas es bueno que así sea. El pico del petróleo, sin embargo, palidece en comparación con algo que está pasando justo en frente de nosotros… algo bastante más peligroso: el pico de obediencia.

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Si ese concepto te parece extraño, puedo entender por qué: todos hemos estado viviendo en el interior de una secta que impone un culto a la obediencia.

En las típicas historias de horror de sectas religiosas, nos encontramos con personas que han renunciado a su facultad de elegir y que luego son capaces de hacer cualquier locura simplemente porque lo exige alguna autoridad. Pero dentro de la secta todo parece tener sentido; la locura se auto-refuerza.

Para los devotos del culto a la obediencia, la obediencia parece apropiada; parece algo justo; y, más que nada, parece normal. Esta es la situación en la que se encuentra hoy occidente.

La obediencia, sin embargo, no debería parecernos algo normal. La obediencia mantiene nuestra mente en un estadio infantil, peligroso para cualquier persona sana que haya pasado sus primeros años de vida. También presupone que las personas a las que obedecemos tienen un conocimiento completo y definitivo. La verdad es que no: los políticos, los banqueros centrales y otros señores de estos tiempos han estado equivocados –obviamente equivocados, y en público– una y otra vez.

Por lo tanto, la obediencia no es una acción lógica. Pero todos sabemos por qué obedecemos; todos sabemos que la razón es el miedo. Los seres humanos obedecen porque tienen miedo de hacer lo contrario. Todas las explicaciones basadas en una supuesta «filosofía de la gobernanza» no son más que intentos de distraernos de la verdad: la gente sabe que la desobediencia implica alguna forma de castigo.

Se nos enseña a no pensar en términos tan crudos, por supuesto. Esas explicaciones que se apoyan en la «filosofía de la gobernanza» intentan convencernos de que la obediencia es algo bueno y heroico. Aún así, sabemos la verdad.

Pero esa verdad (que es el miedo lo que nos hace obedientes), aunque importante, no es lo que más me interesa remarcar. Lo que me interesa que se lleven de aquí es lo siguiente:

Cuando obedecemos, estamos (y nos hacemos) menos conscientes; estamos menos vivos.

El pico de obediencia es frágil

En el siglo 20, la gente de Occidente llegó a desarrollar niveles altísimos de conformismo. Cuando la gran mayoría de las personas cumplen con las exigencias de la autoridad, y luego enseñan a sus hijos a hacer lo mismo, el conformismo acaba convirtiéndose en algo automático. La gente obedecía simplemente porque otros, y ellos mismos, habían obedecido en el pasado.

La autoridad rápidamente se hizo adicta a esta situación.

Pero la obediencia automática es frágil. Las economías de escala están fallando, el cártel del dinero ha sido expuesto, las escuelas públicas han perdido el respeto, los medios masivos de comunicación se están desdibujando, y si el juego continúa es porque buena parte de la población está distraída y con miedo. Lo que no va a durar para siempre.

Las ‘paredes’ del conformismo irreflexivo son cada vez más delgadas. Cualquier grieta puede arruinar toda la estructura.

¿Y luego?

Desde hace mucho tiempo sabemos que los sistemas complejos tienden a producir más complejidad, y eventualmente colapsan por su propio peso. Mientras las autoridades centrales tratan de resolver cada problema que enfrentan, inevitablemente crean otros. El sistema se vuelve tan complejo, y tan costoso, que los nuevos desafíos no pueden ser enfrentados. Finalmente, el sistema y su autoridad fracasan, como lo hicieron recientemente en la Unión Soviética.

Tarde o temprano, esto va a suceder también aquí. Pero, de nuevo, eso no es lo más importante. La cuestión de la obediencia es importante para ti en este momento: hoy y todos los días.

La obediencia extingue lo mejor de ti; te degrada y aniquila tu creatividad; socava tu eficacia y sobre todo tu sentido de satisfacción.

Independientemente de lo que hagan los demás, no renuncies a tu vida. Vive conscientemente.

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