No habrá una depresión de 25 años

Fuente: Acting Man  Por Bill Bonner

Buenas y malas noticias

Hoy tenemos una buena y una mala noticia. La buena es que no habrá una recesión de 25 años de duración, ni una depresión que dure hasta el final de nuestras vidas. La mala: será mucho peor que eso.

Crack-del-29La posibilidad de una “larga depresión” se ha tratado hasta no poder más en la prensa financiera. Varios economistas predicen varios años de lentitud o de crecimiento negativo. Es la consecuencia obvia de varias tendencias que se superponen sobre un escenario de condiciones ya existentes.

La viejos son madera muerta

Como primer punto, la gente se hace mayor. Especialmente en Europa y Japón, pero también en China, Rusia y los USA. Cuando la gente envejece, cambia: produce menos y comienza a consumir más de lo que produce.

Ya no son más los innovadores dinámicos y los ansiosos “early adopters” de su juventud; se han convertido en perros viejos que no aprenderán nuevos trucos. Tampoco son la verde y abundante madera de una economía sana; son, en cambio, madera muerta.

No hay nada malo en envejecer. Tampoco hay nada malo en morirse, al menos desde un punto de vista filosófico. Pero eso no aumentará las ventas de coches o las ganancias –excepto para los enterradores–.

¿La cura contra la deuda? ¡Más deuda!

Como segundo punto, la mayoría de las economías más grandes están hundidas en deuda. El aumento de los niveles de deuda comenzó tras la Segunda Guerra Mundial y se aceleró con el cambio del sistema económico en 1968-71.

En 2007, los consumidores de USA alcanzaron lo que fue probablemente el “pico de deuda”. Vale decir, no podían seguir pidiendo prestado y gastando como habían hecho durante el medio siglo anterior. La mayor parte de la deuda era hipotecaria, y el precio de los inmuebles estaba cayendo.

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Activos de la Fed desde 2001 – Con el fin de expandir el crédito, la Fed ha monetizado increíbles cantidades de deuda

Las autoridades federales reaccionaron como siempre hacen: de manera inapriopiada. Intentaron solucionar el problema de la deuda con más deuda. Pero los consumidores ya ni querían ni podían pedir prestado. Sus sueldos y activos estaban cayendo, lo que hizo que las corporaciones y el gobierno se dedicasen a jugar solo para sí mismos.

Los bancos centrales crearon más dinero y crédito –billones de dólares–. Pero como el sector doméstico no estaba en condiciones de pedir crédito, el dinero acabó en activos financieros y en el agujero negro del gasto gubernamental. Ninguno de estos dos destinos repercutió positivamente ni sobre el volumen de producción ni sobre los salarios. Así pues la economía real se vino abajo, incluso mientras el coste del crédito caía a los niveles más bajos en su historia.

Los “amiguitos” (cronies) están al mando

En tercer lugar, las economías desarrolladas se han convertido en zombis. La de USA por ejemplo, ha caído hasta el puesto número 46 en la lista del Banco Mundial de países donde resulta más sencillo iniciar un nuevo negocio. Y sólo uno de los países del G8 –Canadá– está entre los 10 primeros.

Burocracia, gastos, regulaciones, impuestos confiscatorios, altos costos laborales. Oligopolios con clientes que van envejeciendo. Todo eso resulta endémico desde Boston a Beijing pasando por Berlín.

zombies-cementerioLas principales industrias –fuertemente controladas y reguladas, incluyendo defensa, educación, salud y finanzas– son en la práctica brazos del propio Estado. Todas ellas protegidas con altas barreras de acceso y bajas expectativas. Apenas se tolera la competencia. Se desincentiva la innovación. Los errores son perdonados y reembolsados.

Mientras tanto, las masas son animadas a convertirse en zombis también, con generosas recompensas para aquellos que 1) no hacen nada, 2) fingen trabajar o 3) evitan que otras personas hagan algo. Tras que todos los zombies, “amiguitos” (cronies) y cómplices han cogido su dinero, poco queda para la economía productiva.

La solución comienza cuando los mercados se rompen

Típicamente estos problemas –demasiada deuda, demasiados zombis y demasiados viejos– conducen a la crisis financiera, y entonces se solucionan mediante la inflación o la depresión. La solución comienza cuando los mercados hacen crack.

Los mercados nunca desaparecen del todo, sino que suben, bajan e incluso se van hacia los lados. Respiran y expiran. Y tras haber estado tomando aire durante los últimos 30 años, las finanzas en USA están a punto de echar su último aliento. El legendario gestor de fondos Bill Gross comenta:

“¿Cuándo nuestro sistema financiero basado en el crédito se viene abajo? Cuando los activos en los que invertir suponen demasiado riesgo para poco beneficio. No inmediatamente, sino cuando en el margen, el crédito y las acciones se empiezan a cambiar por un figurativo –y a veces real– dinero en el colchón”.

Cuando eso ocurre, el problema empieza a hacerse cargo de sí msmo, de una de estas dos formas

Una rápida y aguda depresión que destroza el valor de las deudas crediticias. Los prestatarios se hunden. Los bonos expiran sin valor alguno. La compañías declaran la bancarrota. Toda la estructura del capital se desploma según las deudas se cancelan y los activos financieros –de todo tipo– pierden su valor.

O, bajo presión, las autoridades federales imprimen más dinero. Las deudas disminuyen según la moneda pierde su valor. Los zombis aún reciben su dinero, pero este carece de valor. Los aumentos nominales no llegan a compensar las enormes tasas de inflación. Las pensiones y otras promesas se asfuman. De cualquier forma, la pizarra se limpia y un nuevo ciclo puede ya empezar.

¿Cuál será el trapo que la limpie esta vez?

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