Mt.Gox desaparece – Algunas reflexiones

mt-goxQuien sepa distinguir entre la quiebra de un banco en Estados Unidos y la muerte del dólar estadounidense debiera también ser capaz de distinguir entre el destino de Mt.Gox y el de Bitcoin. ¿Es tu caso?

Si, además, eres capaz de resistir la urgencia del instinto gregario y caminar a paso firme contra una corriente humana enloquecida, este es el momento de atender a la realidad y obrar en consecuencia.

Hay una máxima muy popular entre los “early adopters” de Bitcoin, acuñada por nuestro amigo paraipan en uno de los tantos momentos de malhumor generalizado: “El bitcoin del tonto se escurre pronto” (en referencia a los que venden inducidos por el pánico).

Recuerda: nadie –nunca– hizo una fortuna dejándose guiar por los titulares de los medios masivos de comunicación.

A propósito de la desaparición de Mt.Gox, las balsámicas palabras de Erik Voorhees no pueden ser más oportunas:

Hola amigos,

Mt.Gox ha desaparecido. Por lo tanto, preparémonos.

El martes [por hoy], y durante el resto de la semana, los medios de comunicación serán un infierno. Le echarán la culpa a Mt.Gox, a Bitcoin, al «bug», pero principalmente le echarán la culpa a la «ausencia de regulación». Toda clase de pseudoexpertos opinarán sobre la catástrofe. Será noticia en todo el mundo en cuestión de horas.

Prepárense, porque esta va a ser una semana horrible.

A todos los que han perdido dinero: mi corazón está con ustedes. Algunos perdieron poco, algunos perdieron una fortuna. En consecuencia, habrá gente que se sentirá mal, deprimida y muy dolida. Personalmente, tenía más de 550 bitcoins en Gox. Nunca los voy a recuperar. (Si la miseria ama la compañía, entonces vamos a disfrutar de una gran fiesta hoy).

Debería haberlo pensado mejor, por supuesto. Asumo la responsabilidad por haber dejado esos fondos en una entidad que en reiteradas ocasiones había demostrado incompetencia. Elegí ignorar incluso mis propias advertencias, por mera conveniencia.

Estoy seguro de que Gox está en falta, pero aprendí la lección. Espero que no sea una lección tan costosa para los demás. Y para todos los observadores, por favor tómense un momento para considerarlo también.

Sin embargo, debemos prestar atención para no asimilar las lecciones equivocadas, porque eso sí que sería una verdadera tragedia. Permítanme sugerir que la lección no es que Bitcoin está dañado. Bitcoin está bien.

Del mismo modo, la lección no es que la seguridad es imposible. Aquellos que saben lo que hacen pueden obtenerla, y ayudar a los demás a obtenerla. La lección no es que no podemos confiar en nadie. Hay innumerables hombres y mujeres de bien en esta comunidad que son dignos de confianza, y algunas de las mejores personas que jamás he conocido son bitcoiners.

Y, por último, la lección no es que debemos buscar la «regulación» para salvarnos de la maldad y la incompetencia del hombre. Los reguladores son hombres también, y por ende capaces de maldad e incompetencia, pero su autoridad los protege de las consecuencias de sus actos, y la destrucción que pueden causar es mucho más amplia e insidiosa. No nos retiraremos para caer nuevamente bajo el peso del Leviatán.

La verdadera lección, si se me permite sugerirlo, es la siguiente: Estamos construyendo un nuevo orden financiero, y aquellos de nosotros que lo estamos haciendo, que estamos invirtiendo en él, que lo estamos cultivando, pagaremos el precio de traerlo al mundo. Esta es la dura verdad. Estamos construyendo los canales, los puentes y las torres de las finanzas del mañana, y nos ponemos en riesgo al hacerlo.

Corremos el riesgo de padecer accidentes. Corremos el riesgo de ser víctimas de fraude, corrupción y malicia. Los periodistas en busca de titulares, y los políticos en busca de poder y gloria, son riesgosos para nosotros. El mismo mercado que estamos tratando de construir es riesgoso – un mercado que no se preocupa por nuestro portfolio, nuestras ambiciones, nuestras delicadas simpatías…

Por todos estos riesgos, la devastación caerá sobre nosotros repetidamente. Algunos acabaremos por desanimarnos. Algunos seremos ridiculizados e insultados. Algunos seremos engañados o estafados. Algunos seremos machacados o enjaulados. Seremos acosados por toda clase de antagonistas, en repetidas ocasiones y por mucho tiempo.

Entonces, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué construimos estas torres que caen sobre nosotros? ¿Por qué luchamos y nos fatigamos y arriesgamos nuestro valioso tiempo, que es la única verdadera riqueza que poseemos?

Porque el mundo necesita lo que estamos construyendo. Lo necesita desesperadamente. Si eso te importa tanto como a mí, atesora ese pensamiento; te permitirá ver a través del humo, y tus heridas sanarán.

Así que frente alta hermanos, que esta no será la última calamidad que tendremos que soportar antes de la victoria.

Esta noche, mi corazón está con todos ustedes.

Mañana, estaré de nuevo construyendo.

Hacia la paz y la libertad,

Erik Voorhees

Leer texto original, en inglés