La difícil tarea de domesticar a Bitcoin

 

Tejón melero

Con el mismo desconcierto que observamos el comportamiento aparentemente suicida de ciertos roedores, cabe observar el comportamiento de aquellos que, tras haber invertido en Bitcoin, se someten de buen grado a una organización que rechaza los principios básicos del funcionamiento de Bitcoin. Sin el más mínimo resabio de espíritu crítico, hipnotizados por la generosa barba de un ideólogo cuya propuesta, tomada en serio, implicaría la destrucción de Bitcoin, se asemejan a la grey que atribuye poderes sobrenaturales a los funcionarios a cargo de manipular el dinero fiat. No es la sustentabilidad o la solvencia del sistema lo que inspira su confianza, sino el halo de misterio que envuelve a los expertos en planificar la política monetaria.

Según los líderes del movimiento cryptoleninista, los desarrolladores no están para resolver los problemas que experimentan los usuarios de la red. Lejos de ofrecer soluciones que los usuarios son libres de adoptar o rechazar, la misión del desarrollador es darle forma a la red mediante intervenciones inspiradas en teorías a las cuales el usuario debe adaptarse con docilidad. Desde esta perspectiva, cualquier concesión a las demandas del usuario supone una capitulación ante las fuerzas del mercado –¡vade retro!– y una traición a la doctrina preconizada por la vanguardia intelectual.

La solución al problema de los generales bizantinos, cortesía de Satoshi Nakamoto, debe ser entonces abandonada y sustituida por una serie de experimentos en los que somos obligados a participar. Niégate a participar en el último plan quinquenal y serás tratado como un engranaje obsoleto, incapaz de cumplir con su nuevo rol. Tienes que resignarte; no hay tiempo para explicaciones: el poder de cómputo debe ser sustituido por encuestas de Twitter infestadas de títeres, la competencia entre implementaciones por campeonatos de berrinches en las redes sociales, el debate por maniobras políticas (léase: amenazas), el consenso emergente por cumbres de pseudo-representantes al estilo G7, entre otros rituales que no necesariamente agradan a los ingenieros sociales pero que son vistos por ellos como peldaños ineludibles en la escalera hacia la utopía cryptoleninista.

¿Te has preguntado cómo luciría, en la práctica, el sistema que los cryptoleninistas quieren imponernos? No hace falta imaginarlo, porque ellos mismos lo han explicado. Tarifas de USD 100 o más no van a ser un problema, según parece, porque Bitcoin es “oro digital”. Aparentemente no hay ninguna otra criptomoneda merodeando el almuerzo de Bitcoin, salivando con la mirada clavada en ese plato que tanto trabajo ha dado preparar. Aparentemente, las personas y las empresas que han sido empujadas fuera de Bitcoinlandia por la política de tarifas artificialmente elevadas van a estar felices de mantener nodos dentro de un sistema que no pueden utilizar. Aparentemente, lo negro es blanco y arriba es abajo.

Por si no ha quedado claro el objetivo último de los Blockstream boys, veamos un ejemplo concreto de lo que nos tienen preparado. Supongamos que han logrado mantener artificialmente restringido el tamaño de los bloques, de modo tal que necesitas abrir un canal de pagos para acceder al privilegio de operar en la Lightning Network sin delegados. Esto requiere una transacción en la cadena de bloques. Primero tendrás que pagar el equivalente a unos USD 100 (o más, dependiendo de la tarifa en ese momento) para abrir el canal de pagos, y luego, cuando necesites cerrarlo, tendrás que pagar otro tanto. Por ende, salvo que seas un gran intermediario financiero, te verás obligado a operar casi exclusivamente fuera de la cadena de bloques, en esa “segunda capa” controlada por Blockstream / Core –suponiendo que no has abandonado Bitcoin mucho antes de que las tarifas alcancen ese rango–. ¿Entiendes ahora por qué AXA es el principal inversor detrás de Blockstream?

Hace ya mucho tiempo que resulta obvio para cualquier observador racional que el interés de Blockstream / Core no está centrado en producir soluciones y debatir sus respectivos méritos sino en sabotear el crecimiento orgánico de Bitcoin. Desviar las tarifas de su propósito original (recompensa para los encargados de la seguridad de la red) y dirigirlas hacia los jardines amurallados de Blockstream / Core es la mejor manera de cumplir con el objetivo último de esta organización, que es doble: debilitar a Bitcoin y ponerlo bajo el dominio de las viejas élites financieras.

Pero si domesticar a Bitcon fuera una tarea fácil, ya lo habrían logrado hace años. Por algo le dicen el tejón melero.