Mientras los emprendedores e inversores norteamericanos aguardan con temor las decisiones del Politburó de los EE.UURSS, del otro lado del muro la economía Bitcoin crece y se expande a gran velocidad. Recuperar el terreno perdido no será fácil, según Jon Matonis.
Fuente: CoinDesk
La experiencia y el dominio en un sector en particular de la industria no surgen por decreto; se obtienen a través de años de práctica y experimentación creativa.
Durante los primeros tres años y medio del desarrollo de Bitcoin, entre 2009 y 2012, gran parte de esa experimentación tecnológica ocurrió en los Estados Unidos, de la mano de la proliferación de múltiples exchanges y otros negocios relacionados con Bitcoin.
Actualmente, existe sólo una plataforma de intercambio funcionando en los EE.UU., cuyo volumen es cada vez menor en relación al de sus competidores. El exchange con sede en Atlanta, Camp BX, ha llegado a un punto tan bajo de volumen diario de operaciones que fue retirado del BPI (índice de precios) de CoinDesk a principios de mes.
Si bien el futuro no parece brillante para la jurisdicción de los Estados Unidos, esto no se debe a una decisión consciente de los legisladores y reguladores. El cuerpo de leyes conocido en términos generales como «ley de monedas digitales» se aplica tanto a nivel federal como a nivel estatal, creando regímenes de licencias que se superponen y la necesidad de una enorme inversión por parte de los emprendedores para cumplir con dichas regulaciones.
Por supuesto, Bitcoin no está prohibido en los EE.UU. Pero no es necesario que exista una prohibición declarada, ya que el efecto paralizante que ejerce el Estado sobre el sistema bancario se traduce en una falta de disposición de los bancos y las cooperativas de crédito para con las empresas relacionadas con Bitcoin.
Dado el laberinto regulatorio y la ambigüedad de las normas que impone cada Estado, las instituciones financieras concluyen que es mucho más seguro y más fácil simplemente ignorar las oportunidades relacionadas con Bitcoin. Este es el mayor obstáculo para la innovación en el campo de los sistemas de pago en los EE.UU.
La consecuencia no deseada es que un número creciente de empresas innovadoras buscan lugares más hospitalarios, lejos de la jurisdicción estadounidense. ¿Pero adónde se está yendo el volumen de operaciones en plataformas de intercambio? ¿Adónde está ocurriendo el descubrimiento del precio del bitcoin?
En la actualidad, los cuatro primeros sitios de intercambio (en función del volumen transado) están situados fuera de los EE.UU.; los exchanges más grandes del mundo tienen sede en China, Japón, Eslovenia y Bulgaria. Menos del 2% del intercambio entre bitcoins y dinero fiat – esto es, de la creación de mercado en tiempo real – se produce dentro de la jurisdicción de los EE.UU.
Como bien saben los que intentan lanzar una nueva plataforma de intercambio, el volumen de operaciones y la liquidez se refuerzan mutuamente, y tienden a quedarse allí donde se las ha cultivado. Las jurisdicciones que sepan cuidar a los exchanges ejercerán mayor influencia sobre la nueva economía Bitcoin.
Hemos llegado al punto en que la jurisdicción de los EE.UU. debe evaluar estratégicamente el camino a seguir: generar un clima favorable para los negocios de la economía Bitcoin, o bien mantener las barreras que continúan expulsando la innovación fuera de sus fronteras.
Retrasar la decisión sólo sirve para aumentar la influencia y el poder de otras jurisdicciones que compiten por este lucrativo negocio, con todos los beneficios que ello supone. Una economía Bitcoin libre y robusta impulsa el crecimiento y el empleo, proporciona alivio a la población no bancarizada y facilita la inclusión financiera.
Las audiencias convocadas por el gobierno para informarse acerca del protocolo Bitcoin son como sesiones en las cuales se explica la ley de gravedad. La información puede resultarle muy útil si usted no entendía el concepto, pero todo lo que aprenda no le servirá para alterar la ley de gravedad.
