En el cerebro de Janet Yellen, presidenta de la Fed

Fuente: dailyreckoning.com  Por Bill Bonner

En el cerebro de Janet Yellen, a las 4 a.m. …

Si levanto la tasa de interés, sólo un poco, probablemente sea aclamada como una economista sobria y responsable. Después de todo, no es natural que la tasa de los fondos federales permanezca en niveles tan bajos durante tanto tiempo.

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Y esos cuadros y gráficos en mi pantalla… parecen estar diciendo que las cosas están volviendo a la normalidad: la gente tiene empleo; la economía está creciendo… ¿Por qué preocuparse?

Por supuesto, sé perfectamente que esos gráficos son, en su mayoría, basura. Todo los datos han sido tan reformulados y dibujados por los chicos de la trastienda, que quién sabe lo que realmente está pasando.

Y aquí tengo a Bill Dudley, de la Fed de Nueva York, a Goldman Sachs y a Larry Summers diciéndome que las fuerzas naturales del mercado ya están endureciendo las condiciones del crédito… sin esperar a la Reserva Federal. Y que si elevamos las tasas ahora, sólo empeoraremos la situación.

Tal vez tengan razón. Pero esas tasas fijadas en cero deben estar causando distorsiones que nosotros no conocemos. Como el mercado de bonos basura, por ejemplo. Y el mercado de bonos corporativos en general. ¿Cómo íbamos a saber que los bribones de los ejecutivos corporativos pedirían dinero prestado a nuestras tasas bajas sólo para valorizar sus acciones a través de la recompra, y así poder ganar bonificaciones aún más sustanciales?

Y ahora, los precios de las acciones dependen de nuestras tasas ultra bajas. Es una locura. La gente debería saber que tarde o temprano vamos a subir las tasas. La gente que compró acciones a algunos de los precios más altos de la historia… como esos apostadores de Goldman… deberían darse cuenta de que tarde o temprano van a perder dinero.

Supongo que es casi nuestro deber enseñarles una lección…

¿Pero qué pasa si todos estos cabeza de chorlito que han tratado de ganarle el juego a la Fed… apostando a que seguiríamos con una tasa cero por mucho más tiempo de lo que probablemente deberíamos… entran en pánico?

¿Qué pasa si tenemos un par de días de 1.000 puntos de caída en el Dow Jones? ¿No apuntarán todos sus dedos a mí… alegando que yo causé el pánico?

Por supuesto, yo no sería la culpable. No es mi culpa que hayan comprado acciones a precios tan altos. Con nuestras políticas sólo tratábamos de impulsar los precios de los activos para que el «efecto riqueza» incentivara a los estadounidenses a gastar.

Tenemos que elevar la tasa de interés en algún momento, o el sistema perderá sus amarras… quedará a la deriva, sin rumbo… y encallará en quién sabe qué rocas.

¿Pero qué pasa si Larry tiene razón? ¿Qué pasa si un aumento de las tasas hace que las condiciones del crédito se endurezcan demasiado? ¿Y si eso provoca una venta masiva de acciones… y pone en marcha una cadena de acontecimientos como los que llevaron a la Gran Depresión?

En ese caso, las bolsas se desplomarían. El «efecto riqueza» se invertiría. El comercio mundial colapsaría. El desempleo aumentaría. Y terminaríamos en una larga y dolorosa depresión…

¿Y si luego dicen que es mi culpa? ¿Y si la llaman la «Depresión Yellen»?

Oh, no… No es justo… No es justo… snif… snif… Debería haberme quedado en Harvard. Tendría mi cargo asegurado. Tendría una buena pensión. George y yo podríamos ir a los viñedos de Martha en el verano. Sería una vida tan agradable…

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