Defendiendo a los bancos de la amenaza bitcoiner

Fuente: The Coinsman

Por David Seaman

Traducido al español por majamalu para elBitcoin.org

Es interesante observar a los burócratas tropezando unos con otros tratando de reivindicar su poder para dictar unilateralmente cómo será diseñado y distribuido el software de código abierto: qué programadores tendrán «licencia» para involucrarse en un proyecto de código abierto, quiénes estarán autorizados a descargar el software, qué tarifas tendrán que pagar a la dependencia estatal a cargo, etc. ¿Qué diablos están pensando?

bancos!!

Todos sabemos lo que pasó: a principios de este año, algunos representantes de los bancos y redes de tarjetas de crédito se dieron cuenta de que Bitcoin es su «Netflix» (es decir, que pronto correrán la suerte de Blockbuster), así que en vez de trabajar para mejorar sus sistemas, decidieron volver a jugar la vieja carta de la corrupción: reunirse con grupos de presión en Washington y arrojar tantos obstáculos en el camino de Bitcoin como sea humanamente posible. Pero es legal, ¿no es cierto? Y es sólo para «proteger al consumidor» del «salvaje oeste» de la moneda digital, como ha dicho recientemente la CFPB (Oficina para la Protección Financiera del Consumidor).

¿Es esta la misma CFPB que hace un trabajo tan maravilloso a la hora de regular los productos de las tarjetas de crédito?

Ya veo… Yo bromeaba a principios de este año diciendo que la última cosa que necesitamos es un documento de 10 páginas redactado por los esbirros de Schumer antes de abrir el cliente Bitcoin-qt. Ahora, la CFPB ya está expresando su opinión acerca de Bitcoin. ¡Gracias! Gracias por el consejo: tendré cuidado con este «salvaje oeste». Ahora les ruego que vuelvan a «regular» a los completamente ineficientes y depredadores bancos «demasiado grandes para caer». Ese es su trabajo, ¿no? No regular el software o la libertad de expresión.

Porque Bitcoin y las altcoins son, después de todo, software, líneas de código que permiten la transmisión y validación de datos. Esos datos resultan ser datos financieros y no tweets, pero esa es la única diferencia.

Bitcoin no tiene sucursales en todo el país. Bitcoin no pretende ser asegurado por la FDIC por hasta US$ 250.000 por cuenta. Bitcoin no emite hipotecas, no arma paquetes de deuda colateralizada, no emite líneas de crédito incobrables. Así que, hasta que empiece a hacer esas cosas (y no las hará jamás, por diseño), sinceramente no veo cómo cualquiera de estos organismos reguladores puede tener autoridad sobre un protocolo de comunicación de datos de código abierto. Sería como tratar de regular el correo electrónico, o el tiempo de luz solar por día.

bancos

Bitcoin es capitalismo en su máxima expresión. Las buenas ideas despegan rápidamente y las malas ideas arden en llamas. No son rescatadas ad infinitum, y por lo tanto no se convierten en cánceres que sigue creciendo. Estos mercados se corrigen rápidamente, por su cuenta, y cuando se cometen errores no los paga el contribuyente.

El mensaje es claro: la vieja guardia tiene miedo y está tratando de retrasar lo inevitable por unos pocos meses o años. No tenemos que fingir que se trata de algo diferente a un burdo y desesperado intento de refugiarse en el proteccionismo. Los reguladores no ayudaron a las millones de personas que perdieron sus hogares en ejecuciones hipotecarias a manos de estos bancos «rescatados». Los reguladores no frenaron a Bernie Madoff, y no movieron un dedo por los millones de jóvenes estadounidenses que tomaron niveles insostenibles de deuda en préstamos estudiantiles.

Así que, por favor, ahórrennos su preocupación por una red que ustedes no han contribuido a crear ni a mantener. Si es tan mala como los grupos de presión que susurran en sus oídos dicen que es, morirá por su cuenta. Y si es tan buena como yo sé que es, quizás les convenga escabullirse del trabajo por unos minutos y comprar algunos bitcoins. Porque este tsunami de riqueza global no se puede detener. Depende de ustedes, sin embargo, que el boom de riqueza llegue primero a los ciudadanos de su jurisdicción o, por el contrario, llegue primero a Londres, California u otras partes del mundo.

Con monedas descentralizadas que no requieren depósitos, y que no necesitan rascacielos llenos de vendedores y auditores, el dinero simplemente fluirá hacia donde la regulación sea menos onerosa. Entender esto es una cuestión de vida o muerte – y no sólo para su reputación política. Está en juego el futuro económico de su Estado. Pregúntenle a Corea del Norte cómo le ha funcionado el aislacionismo tecnológico. Luego pregúntenle a Hong Kong cómo le ha funcionado el laissez-faire tecnológico. Ahí está la respuesta.

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